'La gran identidad y comunión entre el club y su gente.'
El pertenecer por casi 15 años al Club Santos Laguna me da lugar a una serie de pensamientos sobre la trascendencia social y cultural de nuestro equipo con la región y sus moradores.
Este equipo nacido de la necesidad y el hambre por tener de nuevo al máximo circuito en nuestra Comarca nació con un sino propio de los predestinados, querido y amado por su afición desde un principio, con angustiantes temporadas y grandes logros en un corto periodo de tiempo.
La gran identidad y comunión entre el club y su gente, aún entre los que insisten con poca gracia llamarlo "llantos", despiertan en los que fuimos parte de esta institución recuerdos de inicios inciertos y un proceso de cambio radical en el que las camisetas verde y blanco se han vuelto parte del paisaje de nuestra Comarca.
El ánimo y la presencia verdiblanca han permeado en todos los sectores sociales para hacerse presente vertidos en el amor hacia la camiseta verde y blanca, se manifiesta por igual en los barrios que en los sectores residenciales, muchos niños han preferido esta prenda sobre cualquier otro regalo o a una fiesta.
Por diferentes circunstancias, tanto en el triunfo como en el peligro de extinción, los santistas se han hermanado para apoyar a su equipo tanto bajo el calor inclemente de las cuatro de la tarde lagunera en el viejo y querido Corona como en las calles para defender la permanencia en la región de nuestro equipo bajo la consigna "Un guerrero nunca muere", este es un equipo que al igual que los fundadores de nuestra Comarca Lagunera llegaron para vencer al desierto, para vencer adversidades y quedarse en estas tierras, hoy a sus 30 años con el mejor deseo de una larga vida y nuevos logros, deseamos felicidades a sus seguidores y a todos los que hemos pertenecido y a los que en la actualidad pertenecen a nuestros queridos Guerreros.
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