Peralta cumple 10 años de que debutó. (Archivo)
Tuvo que visitar el inframundo, comer banca y sufrir la suplencia para luego vestirse con la gloria olímpica. Ha sido un guerrero fiero, obstinado y con la mira irrenunciable hacia el gol. Hoy, Oribe Peralta cumple 10 años de haber debutado en la Primera División mexicana.
Fue una aparición anecdótica, de esas que suelen ser intrascendentes. Cuatro minutos ante el América, su rival de esta noche, marcaron la presentación del delantero lagunero en el máximo circuito.
Fue el 22 de febrero de 2003. El entonces técnico de Monarcas, Rubén Omar Romano, envió al delantero en sustitución de Mario Ruiz. Era un intento desesperado por anotar el gol del empate a dos, que finalmente no cayó. Pero ese día apareció en el estadio Morelos un chico, que una década después le dio el máximo triunfo de su historia al Tri.
La carrera de Oribe (cuyo significado, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es “artífice que trabaja en oro”), resulta extraña. Nunca fue el chico maravilla desde un inicio que comenzó a despuntar para luego convertirse en un referente deslumbrante. No, su cuento de hadas incluyó un viaje al infierno de la hoy llamada Liga de Ascenso con el León, donde estuvo durante dos torneos y donde perdió una final por acceder al máximo circuito frente a los Dorados de Culiacán, en el año 2004.
Luego, Miguel Herrera confió en él y lo llevó a Monterrey. Comenzó a cobrar cierta regularidad en Primera, aunque siempre como suplente en el eje del ataque de los Rayados. Su competencia era mucha, sobre todo con los atacantes foráneos. Guillermo Franco y Alex Fernandes le condenaban a la banca. Se las arregló para terminar con cinco goles el Torneo Apertura 2004.
Emigró a Santos, a su ciudad natal, para vivir una primera etapa con los Guerreros en la que también batalló para ganar minutos de juego. Además llegó al equipo albiverde en una época negra, justo en el certamen en que sólo obtuvo un triunfo en el certamen, el Apertura 2006.
Hizo tres tantos en su primera temporada en Torreón y volvió a diluirse. Pese a que en el Clausura 2008, el equipo de La Comarca salió campeón, Oribe tuvo un rol secundario.
Cambió de equipo para 2009, ahora a Jaguares. Dos torneos interesantes con 12 goles en total, lo hicieron regresar a Santos. Desde ese momento, su carrera se volvió de vértigo hasta convertirse en el delantero sensación del futbol mexicano.
Peralta vive una época de ensueño, llega a tres finales y es hasta la cuarta, donde se corona Santos. En ese título guerrero tiene una Liguilla de ensueño en la que marca seis anotaciones clave para sumar 15 en todo torneo.
Durante ese periodo es llamado a la Selección Mexicana. Refuerza al Tri Sub-23 en la Copa América de Argentina, luego para los Juegos Panamericanos y finalmente es llevado a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, en cuya final marca las dos anotaciones con las que México se sube a lo más alto del podio.
Hoy, amenaza al América, el rival ante el que debutó, y con pelear por un puesto como titular en el Mundial de Brasil 2014, justo, a una década de que debutará en Primera División.