Violencia. La niña activista de los derechos a la educación de las menores fue atacada por el Talibán hace un año.
A un año de que la niña activista paquistaní Malala Yousefzai fue atacada por el Talibán en Pakistán, las agresiones a escuelas y estudiantes se multiplicaron en zonas que viven represión o están en conflicto, apuntó ayer un organismo civil.
Un comunicado de la Coalición Global para Proteger de Ataques a la Educación (GCPEA, por sus siglas en inglés) documentó agresiones en 30 países en los últimos cincos años, y que instalaciones escolares se han usado con fines militares en 24 instancias.
Tan sólo en el último año, han ocurrido incidentes en centros de educación en la República Democrática del Congo, la Franja de Gaza, Irak, Filipinas, Malí, Nigeria, Somalia, Sudán, Siria, Tailandia y Turquía, además de Pakistán.
"El ataque a Malala del año pasado fue una llamada de atención al mundo de que no podemos esperar más para evitar que alumnos, maestros y escuelas sean usados como peones en batallas políticas y en conflictos ideológicos", dijo Diya Nijhowne, directora de la GCPEA.
Expresó que la comunidad internacional no puede permitir que los niños sean aterrorizados en el camino a la escuela o en las aulas, y deploró que sean usuales en el mundo los tiroteos, bombardeos y amenazas contra estudiantes y centros de educación.
El organismo recordó que apenas el 29 de septiembre pasado murieron 40 estudiantes en Nigeria, por un ataque del grupo armado Boko Haram, y que 16 alumnos perecieron en una ofensiva en la comunidad de Raqaa, en Siria.
Una semana más tarde, 14 niños y su profesor murieron en un ataque suicida en el norte de Irak, por un camión lleno de explosivos que fue dejado en el patio escolar.
El reporte aclaró que estos ataques no son efectos colaterales de guerra y que estudiantes, maestros y escuelas son agredidos porque "son vistos como símbolos del Estado, por la oposición a contenidos educativos, por educar a niñas o en venganza de cierto percibido apoyo a opositores".