Un reporte policial divulgado hoy mostró que Ariel Castro acusado del secuestro y violación de tres jóvenes en Cleveland, Ohio, sometió a un abuso continuo a sus víctimas.
El informe señala que Amanda Berry, Michelle Knight y Georgina de Jesús durante casi una década fueron encadenadas, golpeadas y asaltadas sexualmente.
El informe policíaco indicó que Castro embarazó en cinco ocasiones a Michelle Knight y en todas le provocó abortos golpeándola en el estómago y privándola de alimentos.
En el caso de Amanda Berry, quien dio a luz en cautiverio a una hija ahora de seis años, el reporte destacó que la joven señaló a Castro como el padre y que éste amenazó a Knight -quien atendió el parto- con matarla si el recién nacido no sobrevivía.
Berry entonces de 21 años de edad dio a luz en una alberca infantil inflable en el sótano de la casa donde las tenía secuestradas.
El informe señaló que Georgina de Jesús y Knight no intentaron escapar cuando Berry acudió a un vecino para que le ayudara a salir del encierro.
Indicó que ambas jóvenes “se arrojaron a los brazos” de los agentes que llegaron al lugar a liberarlas.
Según el reporte, a las jóvenes sólo se les permitió salir de la casa dos veces usando pelucas y anteojos.
La policía y la Agencia Federal de Inteligencia (FBI) encontraron en la casa del puertorriqueño una nota suicida fechada en 2004 en la que apuntara haber sido él mismo abusado por otro miembro de su familia.
Berry aprovechó la oportunidad este martes para escapar de su encierro, luego de que Castro dejara sin cerrar una gruesa puerta interior que impedía cualquier contacto con el exterior a las mujeres ahora de 30, 27 y 24 años de edad.
Castró fue acusado anteriormente por su ex-esposa de maltrato, la demanda incluye que le causó rotura de nariz y varias costillas, la mujer indicaría que el puertorruqueño solía secuestrar a sus propias hijas por varias semanas sin el consentimiento de la madre.
Castro fue acusado de cuatro cargos de secuestro y tres de violación este miércoles y se le impuso una fianza por ocho millones de dólares. Si es encontrado culpable, el puertorriqueño enfrenta una sentencia de cadena perpetua.
