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Ser empresario en México

En tres patadas

JUAN PABLO CASTAÑÓN

De manera general, se piensa en los empresarios como hombres que ya tienen resuelto su patrimonio. En esta idea se esconden dos errores. Primero, visualizar al empresario como hombre. Cada día, las mujeres van asumiendo más responsabilidades en la vida empresarial y de alguna forma, la sociedad ha ido modificando esta percepción para reconocer o entender que hay muchísimos emprendedores, igualmente hombres que mujeres.

Segundo, pensar al empresario como alguien con el problema patrimonial resuelto; como el explotador dueño del capital, como lo ha retratado el viejo socialismo; como alguien distante de los problemas sociales o gestor de intereses particulares. Esta concepción no puede estar más alejada de la realidad. Durante mis recorridos por el país como presidente de Coparmex, he encontrado a un sector empresarial vivo, a empresarios humanistas comprometidos con las mejores causas de México, a representantes de empresas grandes y pequeñas, que sufren como cualquiera, las dificultades de cada quincena para pagar o pagarse un sueldo, para cumplir con las obligaciones del IMSS o del Infonavit, o incluso para atender los requerimientos fiscales estatales o federales.

La realidad es que 95 por ciento de las empresas en el país tiene entre 1 y 10 empleados. Esto quiere decir que la gran mayoría de los emprendedores en este país, a través del esfuerzo, individual y muchas veces familiar, trabaja diariamente buscando concretar una idea, agregándole valor, para convertirla en riqueza. En este sentido las empresas y las personas que las integran son mucho más que simples unidades económicas, estrictamente hablando son personas trabajando y soñando en proyectos creativos que puedan transformar su realidad y la de su comunidad.

Una de las funciones sociales más importantes de la empresa es facilitar la movilidad social de las personas; es decir, que las personas, mediante el trabajo de su emprendimiento, puedan acceder a mejor posición social y mayor bienestar económico.

Más allá de prejuicios, esta tarea ha sido disminuida por las dificultades de un ambiente económico restrictivo para el emprendimiento.

Ser empresario en México supone a veces pocas oportunidades de financiamiento, o mecanismos de financiamiento inadecuados con altas tasas y plazos reducidos; altos costos para crear empleo formal; falta de asesoría para empezar o para enfrentar cambios de entorno, que dificulta que la empresa se oriente a objetivos de mediano y largo plazo; altos costos de energía; excesiva regulación para iniciar y mantener a la empresa, además de un esquema fiscal que cambia frecuentemente, poco claro y difícil de cumplir.

La esperanza de vida de las empresas se redujo 20 por ciento en los últimos 15 años, esto demuestra que los retos de la vida empresarial son cada vez mayores. Si a esto le sumamos que la gran mayoría de las empresas que van a dominar el escenario económico mundial en 2020, será de empresas que hoy todavía no se crean, podemos dimensionar los cambios vertiginosos que supone ser empresario.

Ahora que se discuten las reformas, resurgen de nuevo los discursos antiempresariales, los prejuicios sobre la vida empresarial y la inversión privada. La realidad es que ningún país puede desarrollarse sin una clase empresarial fuerte y dinámica, sin una vocación generalizada por el emprendimiento y sin entender, que las empresas son creadoras de empleo, generadoras de riqueza, opciones de desarrollo económico y social, socios confiables y el mejor instrumento que haya encontrado la humanidad, para abatir las causas del subdesarrollo. La empresa privada es, para decirlo fácil, el motor social de la fortaleza de una economía; más y mejores empresas en la legalidad para son el requisito indispensable para el desarrollo integral.

La dimensión trascendente del empresario consiste en combinar de manera armónica, las tareas de crear riqueza y distribuirla, generar opciones de empleo para las personas y una plataforma para el desarrollo comunitario, entendiendo que para los empresarios es una motivación especial hacer que el crecimiento de la empresa se convierta en beneficios para trabajadores y a sus familias.

Ser empresario responde a una vocación social. Quienes decidimos la aventura de emprender, crear valor e innovar, lo hacemos como una forma de superarnos, de ser mejores personas promoviendo también el crecimiento entre nuestros colaboradores, y especialmente, como una forma amor a México y de servicio a la patria.

Presidente

Nacional Coparmex

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