En días pasados, dialogaba con un amigo que mezcla la madurez de la edad intelectual con la cronológica, pensador libre, que vive una orientación humanista en su particular manera de ver al mundo.
Me decía: Yamil, en México, sufrimos una patología que podemos definir como el Síndrome de ¡Sí!.. ¿y a mí qué?, refiriéndose a la actitud que tomamos ante la estrepitosa caída de calidad de vida que estamos padeciendo.
El ¡Sí!.. ¿y a mí qué?, es respuesta que paraliza, justificando nuestra resignación ante la ineficiencia de nuestro sistema social y político.
Se presenta en todos los niveles y estratos sociales: en los sectores productivos y ni qué decir de los de administración pública; hasta en la vida familiar y social.
Así, vemos como algo común y normal, que los responsables del actuar digan o piensen ¡Sí!.. ¿y a mí qué?, siguiendo adelante con la vida y dejando para después su aplicación en la tarea.
Desde luego que hay muchos casos que pueden hacer excepción; para todos ellos, una disculpa por generalizar y les pido no se sientan aludidos.
Empecemos por la familia, dónde los ¡Sí!.. ¿y a mí qué?, son pan de cada día: entre los hijos que no atienden sus responsabilidades y padres que dejamos de aplicar nuestra función de autoridad orientadora o personas sumadas al hogar, que incumplen con sus tareas.
¡Sí... y qué!, es la respuesta que damos al no alcanzar los objetivos laborales; si somos burócratas, dejar para luego la operación que generará un grave problema al solicitante mal atendido.
No es raro encontrar algún fuerte argumento para favorecer la irresponsabilidad del trabajador, ante sindicalismos mal orientados, caso del IMSS o CFE, por citar algunos. "Si me reprenden, a ver cómo les va con mi líder sindical", así que "¡sí, y qué!"
El magisterio, incluidas algunas universidades, son cosa aparte: no cumplir con la labor escolar, dejando inconclusos los programas y muchos temas mal tratados, consecuentemente poco asimilados por los estudiantes; descuidar procesos administrativos, entorpecerlos, alterados o francamente incumplirlos, deficiencia que se refleja en las evaluaciones de aprovechamiento académico. Para el caso: ¡Sí!.. ¿y qué?, al fin y al cabo, "hacen como que me pagan y yo como que trabajo".
¡Sí!.. ¿y qué?, es la respuesta mental y verbal, dada al jefe del obrero o albañil, que no realizó bien su trabajo y que sabe que traerá consecuencias al mediano plazo; al fin que "es problema del patrón". Los taxistas son ejemplos perfecto, simplemente considere que al menos en el cincuenta por ciento de los choques, alguno de ellos fue protagonista; al fin y al cabo, el dueño del vehículo se debe arreglar con las autoridades y contrapartes; "yo, me voy y rento o pido chamba en otro sitio".
La misma respuesta del ¡Sí! ... ¿y qué?, dicen los malos profesionales -licenciados, médicos o ingenieros- que dejan pasar por alto los pequeños detalles que dan la verdadera calidad al servicio para el que fueron contratados. Lo importante es "asegurar que por ahora no se note".
Dejo para el final a nuestros políticos -que tampoco todos ellos son malos- que pueden prometer en la campaña, sabiendo que al ocupar el cargo de elección no cumplirán, porque al fin y al cabo conocen del ¡sí!.. ¿y qué?
A punto de vivir un proceso más de elección, nuestros candidatos -todos, sin excepción- prometen atender las tres necesidades urgentísimas de La Laguna; a saber: seguridad, carencia de agua y empleo.
Son interesantes y hasta ofensivos los spots de radio y televisión, anuncios panorámicos y desplegados en medios impresos; en cada uno de ellos, aseguran los aspirantes, que atenderán, asegurarán, resolverán y/o salvarán los escollos que representa una inseguridad reconocida como de las primeras en el mundo; la carencia de agua con un sistema deficiente y sospechosamente anómalo y la falta de trabajo para padres y madres de familia, al cabo que ¡Sí! ...¿y qué?, ya electos nadie podrá removernos del puesto.
Los ejemplos citados -usted puede agregar más- son posibles por nuestra propia actitud: tememos que el burócrata nos complique el trámite; no conocemos de los procedimientos de las instituciones de servicio y ni nos preocupa saber; los profesionistas "son responsables, al fin y al cabo luego puedo exigirles", pero sin reconocer que será harto difícil, si no imposible, lograr resultados; y algunos candidatos van a ganar y pueden seguir en las mismas, porque: "voto por el que sea o me digan de arriba, al cabo que ¡a mí qué!
Aun en el caso de que ningún candidato le satisfaga, aun así debemos analizar nuestra mejor opción y decidirnos por alguno, quizá el que nos parezca menos malo, porque de no votar, podrán decirnos: ¡Sí! ...¿y a ti qué?, ni siquiera votaste!
Reflexione y haga su mejor elección.
ydarwich@ual.mx