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Simas, barco que se hunde

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

El anuncio de que la auditoría a las finanzas del Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento de Torreón, se limitará a las operaciones del año dos mil once, es una burla que ofende a un buen número de ciudadanos, que piden que se rindan cuentas claras de la presente administración, desde inicios del año dos mil diez hasta el presente.

Ante la petición de los ciudadanos que solicitaron la auditoría y exigen transparencia, el sistema Moreira reacciona en dos vertientes: Culpa a la administración de José Ángel Pérez de la quiebra de Simas, desenterrando una supuesta auditoría de la Contaduría Mayor del Estado, que adolece del vicio de haber sido ocultada durante cuatro años.

En una segunda vertiente, sale a relucir que algunos de los Consejeros de Simas, así como organismos de la sociedad tan respetables como la Cruz Roja, no pagan el suministro del agua ni el servicio de drenaje, al igual que una multitud abigarrada de usuarios a los que no se les mide el consumo de agua, y a otros que no se les cobra o se les cobra de modo discrecional, lo que genera la percepción de que todos esos protagonistas sociales, son cómplices.

Enseguida, de acuerdo a un reportaje aparecido en El Siglo de Torreón la semana pasada, Simas pone en la calle diez y seis cuadrillas de trabajadores, a realizar mil trescientos cincuenta cortes diarios del suministro de agua a deudores diversos, que tienen de cuatro a cincuenta meses sin pagar, incluidos usuarios de los sectores comercial, industrial y doméstico, con lo que se pretende poner un "estate quieto" a la participación ciudadana que pide la auditoría, bajo el sofisma según el cual: "Mejor ni le muevan, porque todos somos rateros...".

La divulgación de exenciones en apoyo de organismos de beneficencia como el citado caso de la Cruz Roja, en el mismo plano de privilegios ilícitos concedidos en aras de objetivos electorales y otros fines inconfesables, es una forma injusta de repartir culpas y sofocar los reclamos respecto a la opacidad imperante, el desorden institucionalizado y el saqueo sistemático de las finanzas públicas.

El sainete ocurre en el escenario de la entrega-recepción de la administración del Municipio de Torreón entre los equipos de Eduardo Olmos y Miguel Riquelme, que por virtud de lo tortuoso y prolongado del proceso genera un vacío, en el que ni los funcionarios actuales tienen el poder porque nunca lo han tenido, ni los electos asumen la responsabilidad de la recepción a plenitud, lo que hace temer que nunca la asumirán.

Simas es un ejemplo de lo anterior. La Gerencia General está vacante desde que renunció Jesús Campos Villegas y de facto hace las veces el contralor Xavier Herrera Arroyo, sin nombramiento alguno. Lo anterior es un caso típico de usurpación de funciones, porque la legalidad manda que ante la ausencia del Gerente, el Consejo de Simas a propuesta del Alcalde, designe un substituto.

Sin embargo, el sistema Moreira no ha encontrado otro ciudadano distinguido que esté dispuesto a dar la cara como mascarón de proa en el barco de Simas, que se hunde en un mar de corrupción. No faltará quién lo haga, pero entre tanto, los Consejeros han tenido la ocurrencia de conferir a Herrera Arroyo un "Poder Notarial", para que con dispensa de nombramiento oficial: "de aquí al próximo día último del año firme la convocatoria a la auditoría externa, (así como) para la contratación de obras y la toma de decisiones respecto a la operación del sistema...". La idea es que la responsabilidad se diluya entre la renuncia de Chuy Campos, el colectivo del Consejo y la bruma de la transición. ¡Qué inteligentes!

Si con esa salida absurda, Olmos y los Consejeros de Simas o el propio Riquelme, creen que van a resolver el desastre y a eludir la responsabilidad histórica y legal que les atañe se equivocan. Sea que el punto de partida inicie hoy o dentro de dos meses o dentro de cuatro años más, para el barco de Simas sólo existen dos rutas: Transparentar las finanzas, rendir cuentas y deslindar responsabilidades, o seguirse hundiendo hasta tocar fondo.

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