Hemos llegado al cuarto para las doce y no sabemos todavía si habrá grito el 15 y desfile militar el 16 de septiembre en el Zócalo de la ciudad de México. La esperanza es que a través de súplicas o amenazas, los dirigentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación se apiaden o se atemoricen y dejen libre la Plaza de la Constitución que empezaron a ocupar el 9 de mayo pasado y que tomaron completamente el 18 de agosto.
¿Importa realmente? El presidente Enrique Peña Nieto siempre puede irse con la cola entre las piernas, como Vicente Fox en 2006, a Dolores Hidalgo, pero nunca se ha dejado de hacer el desfile militar del 16 de septiembre en el Zócalo, avenida Juárez y el Paseo de la Reforma.
Los innumerables grupos que han ocupado el Zócalo en distintas ocasiones a lo largo de los años han aceptado siempre retirarse antes del grito y el desfile. Me dicen quienes han estado involucrados en las negociaciones que, para convencerlos de liberar la plaza, se da dinero a los líderes para cubrir los "gastos" de las movilizaciones y el "desgaste" de los manifestantes. No son minucias. Los cobros a los gobiernos capitalino y federal se cifran en millones de pesos.
El 30 de julio de 2006 Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores ocuparon el Zócalo, avenida Juárez y el Paseo de la Reforma. A pesar de que López Obrador dijo el 13 de agosto que "podríamos estar aquí por años", se retiró finalmente el 15 de septiembre. Hay quien dice que hubo un acuerdo para que el jefe de gobierno Alejandro Encinas, un incondicional de López Obrador, diera el grito en Palacio Nacional, aunque las televisoras públicas y privadas transmitieron únicamente la ceremonia que en Dolores Hidalgo encabezó el presidente Fox.
En la mañana del 16, sin embargo, el presidente Fox presidió el desfile. Varias fuentes han señalado que la Secretaría de la Defensa Nacional informó en aquel entonces al gobierno del Distrito Federal que las tropas desfilarían por la ruta tradicional "esté quien esté", lo que llevó finalmente a López Obrador a retirarse.
En este 2013 no sabemos dónde se llevará a cabo el grito del 15 ni tampoco han circulado invitaciones para el festejo. Se sabe que se está considerando la posibilidad de llevar la ceremonia a Dolores Hidalgo, como en 2006, pero el desfile es otra cosa.
Los líderes de la CNTE han señalado que estudiarían la posibilidad de levantar su campamento en reuniones el miércoles 11 por la noche, pero hasta el momento de escribir este artículo no han anunciado ninguna decisión. En 2006, cabe recordar, la sección 22 mantuvo su plantón en el centro histórico de la ciudad de Oaxaca durante nueve meses y no permitió los festejos patrios en ese lugar.
El gobierno del Distrito Federal ha dicho que no utilizará la fuerza pública para desalojar el plantón. El secretario federal de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, señaló este 11 de septiembre que sí habrá grito y desfile en el Zócalo, pero no dijo cómo quitaría a los activistas.
Me podrán decir que no importa, que una ceremonia más o menos no va a afectar gran cosa, sobre todo cuando la CNTE ya demostró que puede agredir con impunidad a los ciudadanos sin que ninguna autoridad se atreva a intervenir. Los símbolos, sin embargo, son muy importantes para la vida de cualquier país. Si el gobierno de Peña Nieto muestra desde su primer año de gobierno que no tiene la capacidad de utilizar la plaza mayor, y que un grupo político puede decretar la cancelación o la mudanza de dos de las ceremonias más significativas de la vida nacional, será muy difícil pretender que se tiene autoridad para lo que resta del sexenio.
MATAR A NIÑOS
Una de las razones por las que en México se consume tanto refresco es por la insalubridad del agua. Con el punitivo impuesto a las bebidas azucaradas el gobierno de Peña Nieto busca, al parecer, matar a más niños por enfermedades gastrointestinales.
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