Las cinco precontingencias ambientales registradas esta primavera en el valle de México han sido utilizadas como pretexto por las autoridades para buscar nuevas restricciones a la circulación de vehículos privados. Si la experiencia nos dice algo, sin embargo, es que las nuevas medidas tendrán nuevamente fines políticos, pero en poco o nada servirán para disminuir la contaminación en el largo plazo.
Las medidas que actualmente se aplican en la ciudad de México para reducir la contaminación son injustas, pero además ineficaces, como hemos visto en esta primavera. El Hoy no Circula, el programa emblemático de este esfuerzo, tuvo un impacto importante cuando se creó en 1989, porque de golpe retiró una quinta parte de los vehículos en circulación, pero con el tiempo quienes tenían recursos y necesitaban realmente el auto para sus actividades encontraron formas de defenderse de las disposiciones gubernamentales. Mantuvieron así vehículos viejos y más contaminantes para los días en que el auto principal no podía circular. La principal consecuencia del programa fue multiplicar el número de vehículos particulares.
Pese al incremento de autos ha habido una disminución importante en la contaminación en los últimos años, la cual ha sido producto de la tecnología. Los convertidores catalíticos, que disminuyen en un 80 o 90 por ciento las emisiones, han sido la clave.
El Hoy no Circula se ha deteriorado por sus inconsistencias. Los vehículos del gobierno y los camiones de diesel, como los recolectores de basura, circulan sin problemas aunque sean ostensiblemente contaminantes. Los microbuses de transporte público se encuentran en pésimas condiciones y emiten enormes cantidades de contaminantes.
Las autoridades de la ciudad de México permiten que los vehículos de transporte público hagan base sobre la calle misma en lugares muy conflictivos, como la entrada al Distrito Federal por Indios Verdes, lo cual genera congestionamientos y contaminación. Además organizan o permiten maratones y paseos de bicicletas, pero no en lugares adecuados, como Chapultepec o la Magdalena Mixhuca, sino sobre avenidas principales con lo que producen atascos y más contaminación. Las ciclopistas han creado embotellamientos y contaminación, pero el número de ciclistas sigue siendo muy bajo. Quizá lo más irritante de la aplicación del doble Hoy no Circula el sábado 11 de mayo fue que mientras cientos de miles se quedaban sin circular, y vehículos de todos los estados permanecían varados en las entradas de la ciudad, el gobierno del Distrito Federal promovía y cobijaba un paseo de seis mil motocicletas.
La manera en que las autoridades capitalinas protegen y cobijan manifestaciones y plantones genera enormes emisiones de contaminantes. Ayer 10 encapuchados cerraron durante horas la calle de Mariano Escobedo y unos 100 militantes del Frente Popular Francisco Villa bloquearon el Periférico a la altura de Canal de Chalco. Los congestionamientos y contaminación fueron enormes.
La única solución real para el problema de la contaminación del valle de México es un transporte público más eficiente, seguro y cómodo. Los esfuerzos en este sentido, sin embargo, han sido tímidos e insuficientes. La gente sigue usando vehículos privados pese a los costos y restricciones, no porque quiera sino porque el transporte público no satisface sus necesidades. De nada sirve tener un servicio como el Metrobús, por ejemplo, si se permite a los manifestantes bloquearlo constantemente.
Mientras los políticos sigan buscando paliativos y cierren los ojos a las soluciones de fondo, la ciudad de México seguirá ahogándose en sus propios gases.
GASOLINA
Magia de los precios que no entienden los políticos populistas. Por fin hemos visto una reducción en el consumo de gasolina en el país: de 803 mil barriles diarios en 2012 a 778 mil en el primer trimestre de 2013. Es una baja de 3.1 por ciento.
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