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Sobre el ordenamiento ecológico de la zona metropolitana

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

La Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA) en su artículo 5° y los artículos 19 Bis al 20 Bis 7, presenta las diferentes modalidades de ordenamiento ecológico que se pueden realizar en el territorio nacional. De éstas, la que más se aproxima a una zona metropolitana como la nuestra es la modalidad llamada Programa de Ordenamiento Ecológico Regional (OER), la cual tiene por objeto establecer y orientar la política de uso del suelo en función del impacto ambiental que generan las actividades productivas en regiones consideradas prioritarias o estratégicas para el país. Desde luego se incluyen aquí a las regiones ecológicas que se ubican en dos o más estados.

Queda claro que se trata de un espacio en el que convergen territorios de dos o más municipios, no obstante, esta convergencia no necesariamente representa una zona articulada por las actividades económicas, sociales e incluso políticas que realizan sus pobladores. No es el caso de la zona metropolitana lagunera, la cual además de las posibles articulaciones mencionadas, nos unen vínculos ecológicos que le imprimen el hecho de habitar en una misma cuenca hidrológica.

En nuestra opinión, una zona metropolitana como la que ha surgido en algunos municipios de la Comarca Lagunera, debe ser planeada acorde a una visión holística, puesto que constituye una unidad ecológica o sistema ecológico en la que los principales subsistemas están constituidos por los municipios que conforman la zona. Dichos municipios no son entes separados, por el contrario, constituyen un continuo urbano y rural que comparten recursos naturales o en ocasiones compiten por ellos. La interdependencia es casi total, de manera permanente los pobladores se movilizan entre los municipios para realizar actividades diversas que pueden ser comerciales, educativas, de servicios, entre otras. Las plantas generadoras de energía eléctrica que abastecen a toda la red de la zona metropolitana pueden ubicarse en uno de los municipios, lo mismo ocurre con el agua, los ríos benefician a toda la zona y los mantos freáticos y acuíferos subterráneos son los mismos que dan de beber a la población.

Las zonas metropolitanas también comparten problemas ambientales: el aire que se respira es el mismo y la contaminación por fuentes móviles o fijas generada en toda la zona, impacta a todos los habitantes. Igual ocurre con el agua, su agotamiento y/o contaminación se resienten también en toda la zona. La ausencia de una política clara de movilidad sustentable es compartida por los municipios que componen la zona metropolitana. En general, la planeación urbana no existe, lo cual ha ocasionado un crecimiento caótico hacia las áreas rurales que tiende a la formación de guetos o islas de concreto. Todos estos aspectos construyen una unidad única espacial que merece ser tratada como tal en los estudios de ordenamiento territorial.

La planeación ecológica del uso de la tierra en una zona metropolitana como la que ocurre en la Comarca Lagunera y para todos los municipios que la integran, debe incluir una serie de productos mínimos a nivel de toda la zona metropolitana, entre éstos podrían ser los siguientes: un inventario ambiental y social, que describa y caracterice los factores ambientales, económicos y sociales. Las metas de la zona metropolitana y su importancia relativa, Mapas de cada uno de los factores mencionados, con la finalidad de combinarlos y generar un sistema de información geográfica. Un mapa combinado que muestre las interacciones de las variables y se vaya perfilando lo adecuado de las diferentes áreas para tipos diferentes de uso del suelo, o que indique la presencia de conflictos, o aprovechamientos inadecuados de los recursos naturales. Un Plan maestro a nivel de toda la zona metropolitana, validado por expertos, funcionarios públicos y por el público en general.

En congruencia con lo que establece la LGEEPA, una acción fundamental es la instalación de un Comité regional plural que supervise no sólo la realización del ordenamiento, sino también la puesta en marcha del Plan Maestro. La difusión masiva de los documentos pertinentes que sean generados en el ordenamiento debe ser permanente, de esta manera se mantendrá informada a la población metropolitana.

No se debe soslayar el tamaño del desafío que implica ordenar una zona metropolitana, significa ni más ni menos que "ordenar el desorden." Lo cual no necesariamente es posible si lo enfocamos desde el punto de vista ecológico, esto es, no se puede volver a unir una naranja desgajada.

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