Beneficencia. En la clínica San Rafael hay decenas de enfermos que buscan atención médica a bajo costo.
Sin ayuda de ninguna organización, la Clínica de San Rafael, sanatorio de Beneficencia, sobrevive con ayuda de médicos que brindan sus servicios a bajo costo.
María de Jesús Mota Villegas, hermana de la congregación Siervas de la Santísima Trinidad y de los Pobres, explicó que la clínica, ubicada en la colonia Nueva Aurora, fue inaugurada en 1992, gracias al esfuerzo del padre Manuel García Guajardo, mejor conocido como el padre Manuelito.
"Nosotras somos autónomas y entre nosotros nos ayudamos. De lo que se trabaja se vive. La Divina Providencia no nos deja. Es una obra que el Señor está sosteniendo por lo poquito que cobran los doctores, nosotros trabajamos por el pobre".
La hermana María de Jesús, originaria de San José del Cabo, Baja California, explicó que la mayoría de los casos que reciben son mujeres jóvenes embarazadas que buscan atención médica.
"Lo más común que tenemos son cesáreas y partos. Tenemos jóvenes como de veintitantos años, a veces sí tenemos de 15 ó 16 años. El doctor Antonio Ovalle Carrillo, que es nuestro director, a veces tiene fila de tantos pacientes".
Indicó la religiosa que el costo de los partos y cesáreas son baratos si se considera que incluye todos los gastos hospitalarios.
SIN PARTICIPACIÓN
Justo detrás de la Clínica San Rafael se encuentra la Parroquia que lleva el mismo nombre. Ahí hubo tantos muertos, robos, incluso dejaron cuerpos afuera del templo que ahora pocos quieren participar en las actividades. Carolina Ríos Márquez, secretaria de las trabajadoras, manifestó que desde que falleció el padre Manuelito las cosas no han sido las mismas.
"Falleció el padre Manuelito y ya no hubo quien apoyara, la verdad es que hay mucha necesidad en la parroquia y pues la gente se fue retirando. Aparte por la violencia, inseguridad y los robos a mano armada".
Explicó que desde hace años no hay un grupo juvenil en la iglesia, pese a ser una colonia con una gran cantidad de muchachos que se reúnen en las esquinas.
"Ya no hay bienhechores, ya se alejaron todos".