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Solidaridad

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Es bueno comprobar que hay personas que se preocupan por nuestros estados de ánimo. A raíz de la colaboración anterior, en que hablaba de la depresión, me hicieron llagar distintas muestras de solidaridad.

Desde las llamadas telefónicas de amigos y familiares, hasta las líneas, coincidentes en estado de ánimo, de amigos como Efrén Mireles, con las que me hicieron sentir que no estamos solos en esos trances.

Me llovieron las invitaciones para levantar los ánimos, en especial de sobrinas tan queridas como Laura Lety y Brenda, que prácticamente me "secuestraron" para ir al cine con ellas.

Creo firmemente que hay dos formas de enfrentar esta vida: Una, es lamentándonos de lo que nos pasa; y Dos: Disfrutando de ella, de la mejor manera posible.

Comúnmente, yo opto por la segunda, aunque hay ocasiones en que me atrapa la primera.

En este caso, sólo hay que volver la vista a nuestro alrededor, para darnos cuenta de que hay personas con problemas mucho mayores que nosotros o que han sufrido pérdidas más dolorosas y aún así, siguen adelante.

MI amigo Enrique, dice, por ejemplo, que él no podría soportar la muerte de un hijo y agradece nunca haber tenido uno.

En efecto, ese debe ser un dolor tremendo, de ahí una de las maldiciones árabes más fuertes: "Ojalá y sobrevivas a todos tus hijos".

Íntimamente ligada con la solidaridad, está el placer que produce el compartir con otros lo que tenemos. Desde una sonrisa o unas palabras de aliento, hasta algo pecuniario si nos es posible. Todo sólo para decirle a otro: "Aquí estoy. No te sientas solo".

Es pues, gratificante, comprobar que cuentas con amigos. Y más cuando éstos son de distintos estratos sociales. Porque lo que identifica a unos y otros, es el compartir formas de pensar y sentimientos afines.

Nuestras vidas se cruzan con muchas personas, y no todas se quedan a nuestro lado. Pero debemos procurar que aquellas que lo hacen, se queden para siempre.

No importa la frecuencia con la que los veamos, lo importante es comprobar que la identificación sigue ahí, viva y latente como el primer día.

Hay momentos en que la vida nos arrebata a algún amigo. Por enfermedad u otro padecimiento nos quita su compañía. Pero sabemos que ahí están y que los podemos ver cuando sea posible.

Otras los aparta en forma definitiva y sólo nos deja su recuerdo, sus enseñanzas y vivencias. Aun en esos momentos, tenemos que pensar en positivo y agradecer el haberlos conocido y convivido un buen tiempo con ellos. Más triste hubiera sido nunca haberlos conocido.

¿Cuántos personajes hay que nos gustaría conocer y nunca tuvimos la oportunidad de platicar con ellos?

A mi amigo Karim, le agradaría mucho platicar algún día con Pedro Sola (el de Ventaneando) y dudo que la vida se lo cumpla, aunque creo que Pedro disfrutaría más a Karim que él a aquél.

Pero volvamos a la solidaridad. Yo agradezco públicamente todas las muestras de afecto recibidas en estos días, porque resultan altamente gratificantes.

Uno no es nadie sin una compañía que nos brinde aliento y nos impulse a seguir adelante.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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