¿Por qué le preguntan cuántos zapatos tiene a la presidenta de Argentina?¿Por qué Josefina Vázquez Mota era una candidata presidencial bastante tibia y ambigua con respecto al derecho a decidir de las mujeres? ¿Cómo pudo Ángela Merkel sortear un partido dominado por hombres para ser la primera Canciller alemana? ¿Por qué siendo feminista y mujer Dilma Rousseff ha cedido ante las presiones de las iglesias cristianas ante la defensa del matrimonio gay? ¿Por qué Hillary Clinton quiso ser presidenta en 2008 y quiere serlo en 2016? ¡¿Por qué?!
Son preguntas que se formulan una y otra vez con respecto a las mujeres en la política. Preguntas que no se le hacen a los hombres ambiciosos que buscan la dirigencia de sus partidos, las presidencias de sus países o que buscan presidir las comisiones de defensa, presupuesto o alguna otra que "tiene que ser presidida por un hombre". Preguntas que se formulan en México ahora que se presentó una iniciativa de reforma al Cofipe para que se promocione el acceso de más mujeres al Congreso, la llamada paridad de 50-50 en torno a candidaturas legislativas.
Preguntas que se hicieron desde que en 1991, Argentina se convirtiera en el primer país latinoamericano en instrumentar las llamadas cuotas de género con la Ley de Cupos, que obligó a los partidos a tener al menos un 30% de candidatas a la Cámara de Diputados y que ha tenido buenos resultados tanto en presencia de mujeres en el Congreso como en la sustancia de las leyes que han impulsado y aprobado, lo que las politólogas Susan Franchescet y Jennifer Piscopo llaman la "representación descriptiva" y la "representación sustantiva".
Argentina es visto como un caso de éxito en la instrumentación de las cuotas de género por diversas razones. En primer lugar, porque la ley logró incrementar gradualmente la presencia de mujeres en la Cámara Baja. En 1991 sólo había un 5% de legisladoras, mientras que en 1993, el primer año en vigor de la ley, las legisladoras de la Cámara de Diputados alcanzaron un 14%. La presencia de diputadas ha ido creciendo gradualmente hasta sobrepasar el 37% en 2010. De igual forma, en el Senado argentino la ley entró en vigor hasta 2001, pero ese año las senadoras sólo eran el 5% del total y tras las elecciones senatoriales su presencia se incrementó a un 37%.
Para los críticos de las cuotas que dicen ¿para qué queremos a más mujeres en el Congreso? ¿cuál diferencia sustantiva hace el que haya más mujeres legisladoras? El caso argentino es nuevamente obligado. Franchescet y Piscopo estudiaron las iniciativas de ley presentadas en el Congreso argentino de 1991 al 2005 y encuentran que las mujeres que llegaron al congreso sí sintieron un "efecto de mandato" e introdujeron leyes referentes a: derechos sexuales y reproductivos, cuotas de género, combate a la violencia de género, combate al acoso sexual, leyes más generosas con la maternidad y el trabajo, etc. De igual forma, una mayor presencia de mujeres en el Congreso argentino modificó la manera en la que trabajaba el Poder Legislativo, moviendo las sesiones de las 6 pm a las 3pm, porque a los hombres les gustaba tener 3 horas para comer, entre otras cosas.
De igual forma, la Ley de Cupos en el Congreso argentino motivó que los congresos locales también incrementaran la presencia de mujeres y que hoy en día una exsenadora- aunque también exprimera dama- sea la presidenta de ese país. El efecto presencial se contagia y las cuotas han ayudado a romper el techo de cristal del Ejecutivo argentino.
Ahora bien, las cuotas también tienen efectos adversos. Uno de ellos es que la mayor presencia de mujeres en los congresos hace que haya una mayor división del trabajo legislativo, que los hombres en general manden a las mujeres a las comisiones en las que ellos no quieren estar y que pocos hombres se quieran especializar en leyes de género. De hecho, la misma idea de que leyes de género significan solo leyes relativas a mujeres es errónea.
México tiene hoy uno de los congresos más equitativos del continente, incluso más que el de EU. La actual Legislatura tiene un record en presencia de mujeres legisladoras. En la Cámara de Diputados hay un 37.6% de diputadas, mientras que en el Senado un 32.8 %. La propuesta enviada por Peña Nieto busca incrementar esa presencia a nivel del Congreso Federal, pero en los congresos estatales falta mucho camino.
La propuesta de paridad es bienvenida, pero la agenda de género de Peña Nieto no puede ser sólo eso. De hecho, Peña decepcionó al sólo incluir a 3 mujeres en un gabinete ampliado de 27 personas. Si Peña realmente está tan comprometido con la paridad, bien podría empezar con el poder que coordina y no sólo mandando propuestas al Legislativo. De igual forma, la agenda de género tiene ampliarse y empezar a ver lo que se ha hecho en países escandinavos donde se ha legislado también leyes de paternidad que incentivan el que los hombres hagan trabajo del hogar también, más leyes que protejan a la diversidad sexual, incluidas las mujeres y hombres trans, empezar a discutir si son necesarios también acuerdos en el sector privado para que más mujeres ocupen cargos directivos, etc. Dejar de pensar en que el tema de género es sólo para mujeres.
Politólogo e Internacionalista
Twitter @genarolozano