Extraña fue la primera prueba de Pedro Caixinha en el inicio de su era al frente del Santos Laguna. Lo visto el sábado ante San Luis dejó opiniones muy divididas, y aunque es muy pronto para sacar conclusiones, al menos sí se puede analizar lo visto en la cancha y prever un poco lo que puede depararle al equipo en este torneo que recién comienza.
Para mí fue una grata sorpresa ver a Santos desempeñarse como lo hizo en el primer tiempo. Con una formación muy ordenada, vi a todo el equipo correr, en una misma sintonía y dominar casi por completo al equipo de San Luis. El refuerzo Néstor Calderón estuvo muy participativo en media cancha y fue del todo interesante su enroque con Darwin Quintero en ese sector del campo, cosa que le dio variedad al ataque santista y peligrosidad. Claro, arriba estaban Oribe y Hérculez que pueden preocupar a cualquiera. Los cuatro antes mencionados ya conforman una alineación muy ofensiva que es difícil de encontrar cuando se juega de visitante. Además, en el primer tiempo se jugó rápido, a primer toque, terrestre y con una participación de todos, como pocas veces se ha visto en jornada uno.
La segunda parte fue contrastante. Desconozco si el equipo se cansó o si Caixinha quiso cambiar de estrategia, pero ciertamente ya no funcionó. A tal grado, que San Luis logró empatar y en el último minuto no consiguió el gol del triunfo casi de milagro, cuando Santos fue el gran dominador del encuentro en la primera parte y pudo haber finiquitado.
Fue como si el primer tiempo lo hubiera dirigido Pedro Caixinha y el segundo Benjamín Galindo.
Lo cierto es que en Santos se logra apreciar otro compromiso. De entrada los jugadores corren, cosa que ya es mera ganancia. Si Calderón se cansó, sale. Lo mismo ocurre con Hérculez y Juan Pablo. Esto lo digo porque normalmente los entrenadores "se casan" con ciertos jugadores y las oportunidades y minutos en la cancha al final se vuelven descaradas e insostenibles.
Sé que desde que llegó Caixinha, Santos Laguna entrena temprano, y que lo hizo el domingo por la tarde después del juego. Esto acarrea disciplina y concentración, dejando de lado el apapachamiento (si se me permite la palabra) que provoca en muchos jugadores el relajarse en la hamaca.
Se están intentando cosas distintas y eso siempre tendrá muchas más oportunidades de éxito.
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