Grande era mi interés por las nuevas opciones que Santos Laguna buscaba para encarar el nuevo torneo. En estas líneas he escrito mi entusiasmo por hacer cosas distintas y no repetir una y otra vez la misma fallida receta que casi todos los equipos del futbol mexicano acostumbran, incluido Santos en cierta época.
Me gustaba mucho la idea de Pedro Caixinha y probar lo diferente. Sé, y sé muy bien, que apenas van tres jornadas y que mi juicio puede ser precipitado, pero la toma de decisiones en el juego ante Puebla me dejaron realmente decepcionado. Las cosas pueden salir o no, el trabajo en equipo puede que necesite ciertos ajustes, pero la lectura de un juego es individual y ahí es en donde se nota quién sabe y quién no.
Sólo hubo tres personas a quienes gustó la salida de Darwin Quintero de la cancha: uno) Pedro Caixinha, quien fue el que decidió, sabrá Dios por qué y para qué; dos) la defensa del Puebla, que jugaba aterrada por el peligro que el colombiano estaba generando en la cancha; tres) Manolo Lapuente, que tras el favor no pedido pudo dirigir el juego con mayor calma y por fin poder atacar para encontrar al último minuto el anhelado triunfo.
La rabieta de Darwin Quintero al saber su cambio, sin que sea justificada, ni aplaudida, debido a las normas internas de cualquier institución deportiva y por una ética que el jugador le debe al entrenador, muestra, sin embargo, la sorpresa del delantero ante tan desacertada decisión. Ahí el equipo se cayó. Darwin era el mejor, quizá el único. Hérculez no daba más, ni siquiera llegaba a las jugadas a tiempo. La debilidad de la defensa de Santos es realmente preocupante, ni el buen Guti, ni Aarón, ni Baloy, ni Osmar, prácticamente todo el equipo era opción de cambio, menos Darwin.
Lo que también es preocupante son los refuerzos: Néstor Calderón no parece que vaya a cambiar de actitud ni a resolver gran cosa; el colombiano Rentería, apenas en su debut en Primera División, estaba más aterrado que concentrado (¿y realmente esperábamos otra cosa?) y Mauro Cejas, que llegó por Ludueña (a quien sí, sí se extraña), es una total incógnita.
Le deseo lo mejor a Caixinha y a Santos, el trabajo diario parece que es duro y profesional, pero en la cancha no se está demostrando ni se está decidiendo con inteligencia.
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