En verdad preocupante el estado psicológico y emocional con que Santos Laguna encara la liguilla esta semana. Era posible que Santos perdiera la final ante Monterrey, pero nadie en su sano juicio pudo imaginar que el trofeo le sería arrebatado de modo tan increíble y cruel. Ya se ha hablado bastante sobre lo que pasó esa fatídica noche en la Sultana. Las malas decisiones de Caixinha, el poco manejo del marcador y la visible falta de colmillo de entrenador y jugadores (cosa muy rara, pues esta generación de santistas pertenece a los que más finales en la historia del futbol mexicano ha jugado) dieron un durísimo golpe a todos los que estamos cerca de Santos, herida que se vio reflejada en el juego ante Morelia.
Los jugadores no terminan por digerir lo que pasó en Monterrey. Tampoco la afición. Ni medios y creo que ni directiva. Por supuesto que no es la primera vez que Santos pierde una final, pero hay de modos a modos. Cuando Romano disputó su final en tierras regias, los dirigidos por Vucetich simplemente fueron superiores al cuadro lagunero, que ni las manos pudieron meter. Ni modo, el rival fue ampliamente mejor. ¿Qué espetar? O cuando Santos fue goleado en una final por Toluca con marcador de 7-1 con un diabólico Cardozo. El rival te supera, y punto.
Pero cuando se pierde o, la expresión debe ser: se deja ir un título que ya tenías en tus manos, como sucedió en aquellos penales en Toluca bajo la dirección de Romano y ahora en Monterrey con Caixinha, el golpe es más fuerte. Normalmente el equipo sale de vacaciones ese mismo día y la descarga emocional llega con el paso de los días y se comienza un nuevo proyecto, pero en este caso a Santos se le atraviesa la liguilla que debe enfrentar bien, a la de ya, sin entrar en duelos prolongados ni distracciones emocionales como las que vimos todos ante Morelia.
Atlas será difícil por lo que ha mostrado en el torneo y porque está muy bien dirigido por un astuto Tomas Boy, pero Santos debe saber que históricamente tiene dominado a los Rojinegros y no dejarse amedrentar por falsas creencias y traumas recién vividos. Los jugadores mismos deben comenzar a jugar con tanto corazón como cuando tuitean, pues parece que los que mandan tuits de aliento son unos y los que se presentan a jugar son otros totalmente ajenos. Suerte.
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