Muy afortunados son los ritos que Santos Laguna realiza para reconocer a sus grandes glorias del pasado, pues siempre será importante conocer la historia, imitar las virtudes de los ídolos y darle su debido lugar a quienes lucharon por la grandeza que actualmente el equipo tiene.
La dinámica llamada Guerrero de Honor, que escribe el nombre de un virtuoso ex jugador en las gradas del estadio, ya presume a Jared Borgetti, Héctor Adomaitis, Benjamín Galindo, Antonio Apud, Pedro Muñoz, Ramón Ramírez, Guadalupe Rubio, Julio César Armendáriz y Joaquín Reyes. Todos ellos protagonistas de capítulos importantes en la historia del Club, sin los cuales no habría sido posible lo que hoy Santos significa.
En lo particular desconozco las reglas de la dinámica para que la afición vote por el siguiente Guerrero de Honor, pues a veces en la terna no aparecen ex jugadores que ya están retirados y que bien merecerían tener la posibilidad. Aunque otro año aparecen y luego ya no aparecen. Jugadores como Juan Flores, Miguel España, Gabriel de Anda, Gabriel Caballero, Héctor Altamirano, Carlos Cariño, por mencionar algunos retirados, deberán estar pronto con el debido reconocimiento. No se diga a jugadores en activo que ya lo tienen asegurado, como Matías Vuoso, Guti Estrada, Daniel Ludueña, Oswaldo Sánchez, Oribe Peralta, Juan Pablo Rodríguez y hasta Darwin Quintero, que ya es uno de los mejores goleadores en la historia del Club.
En el caso de Rodrigo el Pony Ruiz, las cosas se manejan diferente. Tal como sucedió con Jared, no tiene lugar hacer votación, pues arrasaría hasta en un cien por ciento. Además de ser Guerrero de Honor, será Santo Inmortal que implica tener su propia estatua en la Plaza del Aficionado en el TSM. Sólo Jared tenía, ahora Pony. ¿Cómo imaginar separarlos? En su momento y cuando se acerque la fecha de la develación escribiré sobre la importancia de Rodrigo en Santos, que ciertamente no es poca.
Lo que quiero resaltar en estas líneas es aplaudir la intención de Santos Laguna por dar su lugar a los protagonistas principales de su historia. Con estatuas y con sus nombres. Aunque suena lógico y más que merecido hacerlo, no todos los clubes lo hacen, al menos en México no se acostumbra, pues este país no voltea a ver su historia y por eso comete los mismos costosos errores una y otra vez. Lo que realiza Santos es muy europeo, muy de NFL y Ligas mayores de Beisbol y eso siempre será ser de primer mundo.
A final de cuentas, quien realmente sale ganando es el aficionado, que agradece, goza y reconoce estos rituales tan positivos.
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