"No es suficiente saber la materia o saberla enseñar, ser competente es resolver los problemas cotidianos que los alumnos nos presenten"
En el mundo actual, el vertiginoso crecimiento de la información y el conocimiento, nos pone ante un panorama desalentador: parece que nunca le daremos alcance a tanta información para mantenernos actualizados y a tantos conocimientos para poder aplicarlos, sin embargo podemos constatar ahora que ya no es tan importante poseer una gran cantidad de conocimientos, sino que lo fundamental es saber hacer cosas productivas con aquello que aprendemos.
Ante esta afirmación, los profesores nos encontramos ante una realidad innegable: nuestros alumnos son más hábiles que nosotros para buscar y encontrar información relevante y actualizada, por lo que no nos queda más que buscar alternativas de formación para una generación por demás digital y cibernética; esta realidad la encontramos prácticamente en todos los niveles educativos, pero se acentúa en secundaria, bachillerato y educación superior.
Si lo que buscamos es formar ciudadanos inteligentes, sensibles, autónomos, solidarios, con buen nivel de desarrollo humano y no sólo con conocimientos memorísticamente aprendidos o útiles para realizar un trabajo dado en un contexto determinado, entonces debemos buscar desarrollar nuevas formas de trabajo docente. Para lograrlo, será necesario revalorar las enseñanzas y los aprendizajes que promovemos en las aulas; una alternativa posible, deseable y viable, es la de formar profesores competentes.
Cabe puntualizar que el término competencias, ha irrumpido con fuerza en los sistemas educativos actuales, pero sin existir aún claridad sobre los modos de actuación que conducen a la formación de profesionales competentes, a lo que se une el hecho de que no contamos en el entorno nacional con propuestas de superación que permitan ofrecer a los docentes una visión teórica y práctica que les desarrolle competencias profesionales en la docencia.
Las propuestas de formación de competencias básicas en la profesión docente, normalmente atienden a criterios sociológicos, psicológicos, epistemológicos y pedagógicos.
Desde el punto de vista sociológico, responde a la necesidad de atender a las demandas de la sociedad actual, la que nos exige que no sólo se repitan conocimientos enciclopédicos, sino que los profesores sepan usarlos, que tengan saberes útiles, que logren adquirir competencias, que sepan pensar y resolver problemas y lo hagan sobre una base firme de actitudes y valores.
Desde el punto de vista psicológico, las propuestas se plantean a partir de las necesidades de los propios docentes, los que desean lograr una movilidad social cualitativa dentro del mercado de trabajo, es decir contar con más y mejores empleos, lo que les impone retos que les exigen a la vez que muestren interés por ser cada vez más competitivos.
El criterio epistemológico (forma de generar saberes) se plasma desde el momento en que se requieren de nuevas visiones para acceder al conocimiento, lo que determina su saber pedagógico. En términos de competencias, dichos conocimientos se centran en que los profesores sean capaces de tomar decisiones y que puedan ejercer influencias instructivas y educativas.
En lo pedagógico (la forma de educar) se les debe contemplar como los principales actores del cambio educativo, pero para que los docentes se conviertan en coprotagonistas de los aprendizajes que propician en sus alumnos, las actividades que propongan no deberán centrarse sólo en la información, sino en la formación de los estudiantes.
La formación debe ser vista como eje central para incrementar la calidad educativa; debe privilegiar el binomio profesor-alumno, la motivación, el compromiso, la capacidad docente, así como los márgenes de libertad e iniciativa para desarrollar su creatividad y adaptación a las necesidades e intereses de los alumnos.
Bajo estas perspectivas, el papel de los docentes adquiere una significación central, sobre todo en relación con la calidad de la educación, que debe ser asumida desde la propia calidad del profesorado, ya que coincidimos en señalar que los procesos de calidad los realizan personas de calidad.
Es necesario entonces, repensar los conceptos de formación continua, la actualización docente, la superación del profesorado, el perfeccionamiento del desempeño académico, la profesionalización, etc. Además se vuelve imprescindible comprender las nuevas regulaciones laborales que promueven a los docentes a desarrollar su función con mayor grado de eficiencia.
La formación permanente del profesorado, por ejemplo se ha convertido en una demanda de la sociedad actual y es vista ahora como una respuesta contundente a los fracasos y promesas de la formación inicial.
"La formación continua se contempla en el mundo actual como una necesidad que todos los hombres tienen de adaptarse constante y cotidianamente a un mundo cada vez más complejo, más incierto, más cambiante" (Fernándes E., Madrid 1987).
Filosóficamente sabemos que el hombre es una esencia inacabada y una existencia imperfecta, por lo que permanentemente se encuentra insatisfecho (in - satis - facto, no terminado de hacer) es aquí donde la formación continua cobra relevancia; entendida también como el reconocimiento de la necesidad de ensanchar los límites del tiempo tradicionalmente reservados a la educación.
Ante esta exigencia, los métodos educativos tradicionales se revelan absolutamente ineficientes e ineficaces. Formarnos como profesores competentes, seguramente nos permitirá estar a la altura del desempeño de nuestras importantes funciones, de lo contrario nos quedaremos fuera de los avances que se viven mundialmente.
Agradezco sus comentarios a: rolexmix@hotmail.com