Mientras la marihuana y los opiáceos están considerados como drogas, cuya producción, distribución y consumo están prohibidas en nuestro país, el tabaco sigue gozando libertad de venta, aún con las reformas de ley aprobadas en últimas fechas.
La Cámara de Diputados, aprobó reformas a la Ley General de Salud, a fin de prohibir toda publicidad de productos de tabaco en medios electrónicos e impresos, ya que su consumo provoca la muerte de alrededor de 44 mil personas al año en México, según comentarios hechos por el secretario de la Comisión de Salud, Rafael Orozco Martínez, que advirtió que la tasa de fumadores jóvenes, de entre los 12 y 18 años, va en ascenso.
De cualquier forma, niños y jóvenes son atacados por los productores con otros medios publicitarios que relacionan el hábito con imágenes de éxito y satisfacción material, incluyendo bienes y sexualidad.
Según la ley, el vicio no puede promocionarse en medios impresos a menos de doscientos metros de escuelas, centros recreativos o clubes deportivos. Bástele entrar a cualquier tienda de conveniencia para que los vea en exhibidores: otra burla para la ciudadanía.
Le comparto algunos datos: la OMS, calcula que para 2030, el tabaquismo será la primera causa de muerte; en México, fuman 13 millones de personas y 48 millones más son afectadas; de ellos, un millón de individuos consume una cajetilla diaria; 122 mexicanos mueren cada día por ese vicio.
Hoy día, fumar se tipifica como drogadicción, al estar demostrado que sus componentes, entre ellos la nicotina, generan adicción similar a la cocaína o la heroína y cumplen con las características del proceso de intoxicación: tolerancia, dependencia, abstinencia y compulsión.
El proceso psicológico empieza en la adolescencia, promovido por la publicidad incitadora; continúa con los cartabones sociales que relacionan el fumar con supuesta madurez cronológica, reconocimiento del falso concepto de libertad, independencia y hasta atrevimiento, característica admirada entre jóvenes, por su etapa de desarrollo.
Luego vendrá la necesidad psíquica y física, al saturar al organismo y crearle dependencia. A partir de entonces, el sujeto es esclavo de las empresas tabacaleras, que le quitan parte importante de sus ingresos, dándoles a cambio mayores posibilidades de enfermedad y acortamiento de su vida. Y de esto no nos defienden nuestros gobernantes, en una clara evidencia de manejos de intereses económicos, por encima de nosotros.
Los alquitranes -benzopirenos y nitrosaminas- son señalados como responsables del 30 por ciento de todos los tipos de cáncer -vejiga, riñón, páncreas y estómago- y del 90 por ciento del pulmonar; el monóxido de carbono, es responsable de más del 15 por ciento de las enfermedades cardiovasculares y la nicotina produce dependencia física del fumador, rampa ideal para otras adicciones.
En los últimos años, se han puesto a la venta diferentes materiales para dejar de fumar: desde parches con nicotina, siguiendo un viejo principio homeopático de SimiliaSimilibusCurantur, boquillas retenedoras de alcaloides y la nicotina, cigarros eléctricos, y otros remedios irracionales. La realidad es que todos son inefectivos y caros.
Los productores de tabaco saben que la dependencia es difícil de eliminar y que, en todo caso, ésta debe ser total y definitiva. Recortar cigarrillos, tratar de controlar el consumo por horarios, comer dulces y otras muchas ocurrencias, son ineficientes.
Deja de fumar quien desea hacerlo y tiene fuerza de voluntad; el problema es que el drogadicto, comúnmente no quiere ni es capaz de lograrlo por sí mismo.
Los casos de éxito son aquellos que dejaron el hábito de una sola vez y enfrentaron la abstinencia con fuerza de voluntad y apoyo de familiares y amigos. Actualmente hay clínicas especializadas que, desgraciadamente, por sus costos no están al alcance de la mayoría de los mexicanos.
Si usted es fumador, piense que lo más difícil es empezar a luchar; la peor parte está en los tres primeros días; desde el quinto, empieza a disminuir el ansia por fumar; y quien alcanza veintiún días está fisiológicamente liberado y en un año alcanza la independencia psicológica. Las recaídas son por cuestiones psicológicas y quebrantos de la vida familiar, laboral o social.
Quien deja de fumar, empieza a redescubrir los aromas, el sabor de los alimentos, mejorar en su desempeño físico, hasta sexual y sentir el bienestar por el logro alcanzado.
Dejar de fumar es difícil, pero el premio es grande: posibilidad de llegar a superar la media de esperanza de vida, quizá más de ochenta años.
El fumador pierde diez años de vida en promedio y tiene tres veces más posibilidades de morir por cáncer o enfermedades como la isquemia cardíaca y periférica, incluyendo la cerebral, pulmonares como enfisema, dermatológicas y de algunas glandulares, como la prostatitis.
Quise tocar este tema, al haber conmemorado el 31 de mayo: el "Día Mundial sin Tabaco". Si usted fuma ...¿se anima a envalentonarse?
ydarwich@ual.mx