Al mirar fajos y fajos de billetes apilados encima de una mesa de denominaciones de mil y de quinientos pesos, rememoré la canción que dice: "ven ven ven, vamos a Tabasco, que Tabasco es un edén" y lo debe de ser, no lo discuto, después de ver con cuanta facilidad se pudo escamotear la bonita suma que empaquetada aparece en la foto publicada en la primera plana del Siglo de Torreón en su edición del jueves 23 de mayo del año en curso, sin que hasta al momento de escribir esta nota se haya aclarado cómo, a qué horas o por quién, se hizo el traslado de aparentemente inocentes cinco cajas de cartón destinadas al empaque de huevos (con lo que en una primera instancia cualquiera se pregunta si traería adentro a la mítica gallina de los huevos de oro dado que) al abrirlas encontraron un poco más de 88 millones de pesos.
Bueno, la procuraduría de Justicia el Estado dice que al exsecretario de Finanzas le aseguraron la tal suma en efectivo, manifestando las personas que custodiaban, que la misma pertenecía al exsecretario de Administración de Finanzas de Tabasco quien ni tardo ni perezoso manifestó que estaba enfrentando un montaje mediático burdo en contra suya y del gobierno que encabezó Andrés Granier, ofendiendo, dice, la inteligencia de los tabasqueños acusando de tortura de la policía a su exsecretaria, quien se dice condujo a los investigadores de la procuraduría estatal al lugar donde se hallaron las pacas de billetes. Arrancando, dice, mediante uso de tortura, declaraciones incriminatorias.
Lo que uno se pregunta es ¿Quién miente? o no se trata de quién sino de ¿quiénes? No ha mucho, en una psicodélica borrachera el exgobernador reconoció tener gran cantidad de bienes, dando la impresión de que poseía una cueva a la que accedía mediante la clásica frase de Ábrete Sésamo, cubiertos sus salones de prendas de vestir, escrituras de propiedades y montones de monedas. Luego, pasados los efectos de la papalina que lo había hecho desembuchar dando pelos y señales de sus bienes, negó la veracidad de su dicho atribuyendo a su inveterada dipsomanía las primeras declaraciones en las que se jactaba de poseer lo que luego diría era producto de los efectos etílicos por el consumo inmoderado de bebidas espirituosas. Eso lo puso en medio de las fuerzas huracanadas que se disputan el control político de la entidad.
Por lo pronto, sea una cosa u otra, se dijo que se darán a conocer las fechas en las que deberán comparecer en calidad de indiciados el exgobernador que como se ve no goza de las simpatías de su sucesor en el cargo. Las comparecencias ante el ministerio público incluyen al exsecretario de Finanzas y al subsecretario de Egresos. Aquí habría que hacer una digresión. El actual gobernador está dispuesto a que las cosas se lleven tope donde tope. El exgobernador al que con sólo verle la cara se da uno cuenta que le gusta el trago podría defenderse indicando que el procurador al cual está sujeto carece de libertad para realizar una averiguación seria e independiente del ejecutivo estatal. Debe pedir que la barra de abogados designe un fiscal especial ajeno a los intereses de los grupos políticos locales pues de otra manera quedará a merced de quienes sueñan con verlo tras las rejas, sea víctima de un complot producto de la inverecundía de quienes no buscan justicia sino sometimiento.