En un ejercicio de imaginación, permíteme invitarte a delinquir y a romper la ley, querido lector. ¿Qué te parece si vulneramos el Estado de Derecho a nuestras anchas? A como percibo, asisto y narro ciertos hechos de impacto nacional, y me atrevería a suponer que no nos pasará nada, que ninguna autoridad vendrá en nuestra búsqueda ni aplicará las sanciones correspondientes. Anda, ven y delinque conmigo. Lo único que pediré de ti es la iniciativa, muchas ganas y que llegues encapuchado, quizá hasta con un palo o un machete. Con eso basta…
¿No hacen exactamente lo mismo quienes desde el pasado viernes tomaron la torre de Rectoría de la UNAM? ¿Delinquir y violar la ley sin que nada ni nadie los detenga? ¿O de qué modo interpretas el que una veintena de "estudiantes" presionen y amaguen así a la "autoridad" universitaria so pretexto de la autonomía? ¿Cómo validar lo absurdo que resultan sus demandas, demandas que exigen la gratuidad de la educación pública, cuando absolutamente nadie ha hablado de privatizarla? ¿Defender a sus compañeros les da licencia para actuar de tal forma? ¿Y dónde diantres está José Narro, rector de la Máxima Casa de Estudios? Porque fuera de cierto discurso que no caló en el ánimo de nadie, ha brillado por su ausencia.
Desgraciadamente hoy miércoles en la mañana, una decena de personas no identificadas -también portaban capuchas- tomaron el edificio de la dirección de la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Iztapalapa de la Ciudad de México, en solidaridad, dijeron, con quienes mantienen cerrada la Torre de Rectoría de la UNAM. Poco les duró el gusto, pues al pasar de las horas desistieron, sin embargo, también habrían acusado a la autoridad de querer privatizar dicha institución, según pudimos leer lo que consignó la prensa.
Sucedió algo parecido el primero de diciembre pasado en el marco de la toma de posesión y el cambio de Gobierno federal. Vándalos que portaban capuchas, palos, bombas de fabricación casera y presumiblemente armas cortas,grafitearon el Hemiciclo a Juárez, asaltaron comercios del Centro Histórico de la capital del país, y agredieron a pedradas las instalaciones de diversos medios de comunicación, entre ellos Efekto Noticias, empresa donde conduzco varios espacios informativos. Se detuvo a los presuntos culpables, luego resultó que no habían sido ellos, sino otros, pero a la fecha quienes perpetraron los ataques se encuentran libres y la autoridad capitalina se ha mostrado incapaz -o no ha querido- dar con los verdaderos responsables.
Al momento de escribir éstas líneas, miembros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación Guerrero (CETEG), atacan las sedes estatales de distintos partidos políticos en protesta por la Reforma Educativa. También portan capuchas, se niegan a dar sus nombres, y reiteradamente han cometido diversos delitos del fuero federal, como la toma de autopistas, ataques a medios de comunicación, además de apedrear y dejar pintas en la sede del Congreso de Guerrero.
Y así te podría contar, apreciable lector, de por lo menos una decena de casos donde la autoridad -si es que existe- se mira amedrentada e incapaz de aplicar la ley y establecer el estado de derecho, quedando así a merced de las demandas de ciertos grupos y su tan cuestionable forma de hacer las cosas. Al no querer dar pretextos ni que se diga que son autoritarios o violan los derechos y garantías individuales, algunos políticos han caído en conductas que francamente rayan en la ingobernabilidad y que mucho nos preocupan.
Al pasar los días y conforme voy resolviendo esta complicada madeja, me atrevo a señalar que los distintos hechos a los cuales hemos asistido, de misterioso modo podrían estar relacionados. ¿Será que la misma mano está meciendo todas las cunas? ¿Asistimos tal vez a las acciones de un grupo de choque con tintes de guerrilla urbana? ¿A quién conviene y le beneficia todo lo que está sucediendo en distintos estados del país? ¿Es fortuito, son eventos aislados, o se trata de algo mucho más complejo? ¿Quién pretende medirle el agua a los camotes y ver hasta dónde el Gobierno de la República y ciertos gobiernos estatales percibidos como débiles serían capaces de aguantar antes de emprender acciones legales o aún represivas?
¿Lo preocupante? He hablado con tres líderes de opinión en las últimas horas y todos coinciden en lo mismo, en que dos o tres muertos le serían muy convenientes a ciertos grupos. Esto con el afán, dicen, de desacreditar al actual gobierno y así justificar una escalada de violencia y el recrudecimiento de sus acciones en lugares donde casualmente la autoridad brilla por su ausencia o se perciben liderazgos débiles. Guerrero y el Distrito Federal, por ejemplo…
¿Será?
Corolario
Por causas ajenas a este columnista, el texto correspondiente al jueves pasado no fue publicado en las páginas de El Siglo de Torreón. Vaya a los lectores una sincera disculpa.
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