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Tecnologías de adaptación al caos

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Pasábamos por un páramo camino a un rancho que teníamos que estudiar cuando se nos atravesó un chinchorro de cabras. Cuando acabaron de pasar, continuamos nuestro camino y hasta entonces me di cuenta que nuestro camino atravesaba una gran planicie con algunos lomeríos suaves; el "monte", así le llamamos los citadinos a los ecosistemas naturales que se encuentran más allá de nuestras ciudades y de nuestros cultivos, mostraba muchas áreas sin vegetación y el suelo una gran cantidad de pequeños arroyos por donde se perdía el suelo. Los arbustos como los mezquites, se encontraban sobre montículos de tierra que indicaban efectivamente una gran erosión del suelo, se trataba de un terreno con gran deterioro causado por la sobreexplotación del ganado y las sequías. Casi de inmediato pensé que las cabras eran las culpables del daño, sin embargo había algunas evidencias mostraban que en aquel páramo, alguna vez había existido un pastizal sano y productivo. No me quedé con la duda y cuando llegamos al rancho pregunté sobre la historia del uso que se le había dado al rancho vecino, la respuesta fue tajante: se había arrendado por unos años a una persona que atiborraba de becerros el terreno hasta que se agotó y entonces se fue. Los dueños al ver la destrucción de su rancho, decidieron que la alternativa era introducir una nueva especie de ganado que se adaptara a la actual situación y sin pensarlo mucho escogieron a la aguantadora cabra, capaz incluso de pastorear sobre basureros. Nada más absurdo, ni la cabra es lo aguantadora que dicen ni adaptándose al caos se puede recuperar el potencial productivo perdido.

En la Comarca Lagunera se llegó a pensar algo parecido cuando vivimos una situación muy similar a la que actualmente se presenta: efectos devastadores por una sequía de dos años y con limitación severa de agua superficial proveniente de las presas para los cultivos de primavera y verano. Como es sabido, pues ya es del dominio público, cuando esto ocurre, los grandes agricultores y ganaderos buscan compensar la falta de agua superficial sobreexplotando aún más el agua subterránea. En estas condiciones, una visión catastrofista embargó a algunos y se empezó a buscar una posibilidad más rústica que pudiera adaptarse a la situación caótica provocada por la pésima gestión de las ya de por sí mermadas reservas de agua subterránea, para variar se pensó nuevamente en la aguantadora cabra. Otra vez una idea Kafkiana que promovía la continuidad de la destrucción y el agotamiento de los recursos naturales, que por otro lado, dejaba mal parada a una especie, como la cabra, la cual, si fuera manejada adecuadamente podría ser muy productiva.

Con la salinización de los suelos de la Comarca Lagunera, provocada por la cada vez mayor concentración de sales en el agua de bombeo, también se ha pensado en soluciones tecnológicas como el cambio a cultivos con mayor tolerancia a sales. ¿Se puede lograr adaptación? Si, el punto es si ésta detiene el avance del problema o solamente se trata de un paliativo, que dará continuidad a un gradiente de degradación irreversible.

En un exceso de tecnificación para adaptarse a las inclemencias del clima, ahora exacerbadas por el cambio climático, nos hacen creer que se desarrollará una semilla mágica de la cual nacerán plantas que no van requerir agua para producir alimentos. Aunque esto es también exagerado de mi parte, lo cierto es que las grandes corporaciones mundiales que controlan la producción de alimentos, están creando espejismos en el medio del desierto con semillas de maíz genéticamente modificadas que son capaces de tolerar la sequía a través de una mayor capacidad para retener la humedad. Esta capacidad fue tomada de una bacteria, de la cual se tomó el gen que se transfirió a la estructura genética del maíz.

En un reciente reporte de la Unión de Científicos Preocupados (UCS, por sus siglas en inglés) hacen notar que los cultivos genéticamente modificados toman años para ser desarrollados y que hasta hoy sólo han ofrecido beneficios modestos; y concluyen: "la ingeniería genética no es una bala de plata"… "si la sequía de 2012 se vuelve la norma, entonces los granjeros van a necesitar todas las balas de plata que puedan encontrar."

Volvamos la vista a los pequeños productores nacionales de maíz, los cuales han desarrollado tecnologías de selección de semillas y de producción para una crónica escases de agua. Desafortunadamente, estas semillas se encuentran en peligro de ser contaminadas por los maíces transgénicos y de llegar a ocurrir esto, ocasionará una erosión genética o pérdida de las variedades locales que tampoco será reversible.

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