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Terapia sexual de pareja

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Terapia sexual de pareja

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María Elena Holguín

Cuando los problemas de origen sexual comienzan a ocasionar un deterioro en la calidad de vida de la pareja, es momento de acudir con un especialista para superar esta compleja fase, que se presenta con frecuencia en el transcurso de una relación amorosa.

Generalmente, las mujeres son las primeras en darse cuenta de la necesidad de que intervenga un tercero y, por el contrario, en un bajísimo porcentaje los hombres son quienes deciden dar el primer paso.

En la actualidad, una relación de pareja puede verse amenazada por este tipo de problemas con cierta frecuencia, considerando el ritmo acelerado de vida, los compromisos laborales, económicos, familiares y sociales, que muchas veces dejan en un segundo o tercer plano el contacto sexual y erótico con la otra persona.

Factores como la infidelidad, dificultades en la comunicación, un deterioro en la relación de pareja o problemas individuales como la pérdida del empleo, pueden provocar ansiedad y derivar en conflictos de tipo sexual.

Si no existe una comunicación lo suficientemente abierta como para identificar que existe un problema, se presenta un primer obstáculo en la relación, pues habrá desacuerdo en cuanto a la conveniencia o no de solicitar apoyo profesional. La falta de información y el poco conocimiento del cuerpo son las principales causas de los problemas sexuales.

Por otro lado, se debe considerar la importancia de identificar el problema cuando éste apenas está surgiendo, ya que, por lo general, se pide ayuda cuando ya ha pasado cierto tiempo e incluso la pareja atraviesa por un proceso de separación.

Algunos problemas sexuales también pueden ser causados por enfermedades o por el suministro de algunos medicamentos; por ejemplo, se dice que algunos anticonceptivos hormonales pueden provocar sequedad vaginal y disminución de la libido.

Una manera eficaz para identificar la existencia de una causa física, es preguntarse desde cuándo se tiene un problema de tipo sexual y si éste se presenta sin excepciones. Por ejemplo, si un hombre tiene dificultades para mantener una erección estando solo o en pareja, debe acudir al médico porque pudiera tratarse de algún padecimiento.

Sin embargo, cuando la dificultad se presenta estando con la pareja pero no en solitario, o bien con cierto tipo de prácticas sexuales, es factor suficiente para acudir con un psicólogo especializado en el tema o bien, un sexólogo.

Respecto a los problemas de eyaculación precoz, algunas enfermedades como la inflamación de la próstata pueden dificultar las sensaciones e impedir el control de la eyaculación; generalmente, se debe más a causas de tipo psicológico, como estados de ansiedad, sobreexcitación o desconocimiento de la propia respuesta sexual de la persona.

En las mujeres, una causa física podría estar asociada a la presencia de dolor durante la penetración, casos en los que es recomendable acudir al ginecólogo para que descarte el origen fisiológico. Si el médico descarta patologías, se acude a terapia sexual en todo caso.

MOTIVOS PARA ASISTIR A UNA TERAPIA

Los especialistas refieren que una de las causas más comunes de consulta o terapia sexual son los problemas de eyaculación. Por otro lado, hay quienes acuden con el simple propósito de obtener información y orientación para mejorar la calidad en sus relaciones. La falta de deseo, ausencia de organismo femenino, vaginismo y los conflictos de pareja, son otras de las principales causas por las que se acude con este tipo de especialistas.

Una vez que se acude con el sexólogo o psicólogo que atiende este tipo de problemas, lo que éste hace es ofrecer conocimientos a la pareja sobre la sexualidad, desmitificando algunos prejuicios culturales que, en muchas ocasiones, son los que dificultan que las relaciones sexuales sean satisfactorias.

Un segundo paso de la terapia de pareja será actuar a nivel afectivo, trabajando de manera especial sobre aquellos puntos negativos como el miedo, vergüenza o culpa, que están influyendo negativamente en el desarrollo personal y sexual de la mujer y del hombre.

Por otro lado, el tercer paso constituye el momento de poner en práctica lo que se ha logrado aprender a través de la terapia sexual, pues el especialista establecerá a la pareja algunas pautas de comportamiento, a través de diferentes actividades prácticas que permitan aprender comportamientos eróticos sanos y placenteros para ambos.

¿ES BUENA LA MEDICACIÓN?

En la actualidad, se considera que la población incurre en una medicación excesiva tanto para los problemas emocionales como para las disfunciones sexuales, tal es el caso de un hombre que desea tener una erección más firme durante las relaciones sexuales; sin embargo, al convertir su problema en una cuestión médica sólo participa del error, partiendo del hecho de que para que una relación sexual sea placentera ha de haber una penetración. Si no tuviese este creencia como base, no tendría ansiedad de ejecución, es decir, el miedo a no lograr una erección, y por lo tanto, no tendría problemas de erección.

Si este hombre tuviese una visión más amplia sobre la sexualidad humana y el derecho que le hemos restado al medicarlo, quizá no tendría miedo a perder la erección, y entonces paradójicamente, no la perdería.

Esto quiere decir que un fármaco puede ser útil si existen causas biológicas que estén impidiendo a las personas tener una vida sexual satisfactoria. Conseguir tener una erección puede ser importante para ello, pero en ningún caso puede restar importancia o anular a la persona, es decir, sus pensamientos, intimidad, emociones, afectos, deseos y necesidades.

Debido a que muchos especialistas no comparten la idea de recurrir a los medicamentos, optan por otro enfoque que resulta más acertado, que es el biopsicosocial -biológico, psicológico y social- que entiende la sexualidad humana desde un punto de vista más amplio, donde tienen lugar las cogniciones (pensamientos), los sentimientos y los mitos sobre el sexo de la cultura actual.

Además, incluye los valores relativos a cómo deberíamos ser, las atribuciones que hacemos de nuestras conductas y las de los demás, las presunciones, historia personal, sexo, situación vital, y cómo interactúa todo ello entre sí para dar lugar a un malestar de la pareja en cuestiones sexuales.

Algo importante que se debe tomar en cuenta, es que los problemas sexuales no son algo permanente, es decir, se trata de situaciones temporales que pueden solucionarse prestándoles la atención adecuada, una buena forma es observando y hablando con la pareja acerca de los sentimientos y necesidades relacionadas con el sexo que se experimentan.

Por ejemplo, ¿el saber que van a tener relaciones sexuales les produce sensaciones de placer, emoción, excitación? O, por el contrario, ¿hay sensaciones de presión, culpa, sentido de obligación?

La pareja puede acostumbrarse a hablar respecto a cómo se siente después de la relación sexual, preguntarse acerca de los sentimientos de satisfacción y disfrute, cuestionar si estuvieron relajados o si hubo ansiedad, si quedaron sensaciones de culpa, enojo o cualquier sentimiento negativo, que en ocasiones no se expresan y a la larga pueden producir resentimientos, los cuales pueden ser detonantes de conflictos mayores con el paso del tiempo.

Correo-e: eholguin@elsiglodetorreon.com.mx

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