No debemos pasar por lo alto que además de las autoridades universitarias en las medidas que se toman, hay un interés público por que se solucione el asunto considerando la totalidad de los conflictos que se presentan en una comunidad, para su solución no se toma en cuenta sólo qué es lo que interesa a una de las partes sino lo que afecta al conjunto aunque quien da la cara sea el caso más relevante.
Interviene la secretaría de Gobernación, la Procuraduría y obvio la de Educación. No estarían haciendo su trabajo estas dependencias si no fuera así. La paz pública depende del trabajo conjunto que realicen estas oficinas federales. En tal sentido es que el Rector participa con voz y voto en la solución del conflicto, sin embargo está sujeto a los vaivenes de la política nacional. Ese fue el error del 68, considerar que las cosas se podían decidir unilateralmente. Se requiere de tener un oído atento y un tacto que no puede ser independiente de lo que pasa en el exterior del campus universitario. Cada día que pasa nos encontramos con conflictos que se interconectan de tal forma que da lugar a que se realicen actos que contradicen una postura anterior.
Así parece que las autoridades universitarias están dando marcha atrás a lo que dijeron cuando era necesario decirlo. Son estrategias que pueden cambiar en cualquier momento según amerite el caso. Es lógico que para arreglar el conflicto se tenga que fanfarronear con tomar medidas que posteriormente no se sostienen. Las autoridades universitarias adoptaron en un principio la idea de que no cederían ante la arbitraria toma de las oficinas que albergan la rectoría. Ahora deciden platicar con los vándalos, que lo más seguro es que aceptaron desocupar las instalaciones universitarias con la condición de que se les escuchara en sus peticiones. Es lo normal en un acuerdo que se convenga por las partes al ceder en parte a sus pretensiones. Habrá que esperar cuál es el resultado de lo que se negociará. Los críticos por lo que se ve se cerrarían al diálogo y darían la batalla desde barricadas. Un rotundo no, sería el tomar a sangre y fuego las instalaciones universitarias por más que se tenga la fuerza pública y aun en el caso de que quienes están posesionados representen intereses bastardos. Hay muchas tendencias revoloteando en el ambiente. No está el horno para bollos. Parece que el Rector procede con corrección, ante la dureza de quienes desearían se desatara la pelotera.
Los sediciosos preferirían que el asunto se resolviera sin que las autoridades tuvieran que sentarse a dialogar con los alborotadores, inmediatamente gritan que se está dando paso a la impunidad en la más fea de sus caras. Los que retuvieron el edificio de la rectoría sabían lo que estaban haciendo y han logrado que haya un diálogo, yo propondría que esperáramos el resultado para saber si se han traicionado o no los principios de honestidad, decoro e integridad que deben guardar las autoridades universitarias hacia su casa de estudios. Mientras, no levantemos un cadalso, pues no se trata de venganzas ni de castigos.
La UNAM está considerada como una institución de gran prestigio. El lema que se debe al genio de José Vasconcelos, prez y gloria de los literatos mexicanos, es "Por mi raza hablará el espíritu". En 1954 se erigieron los edificios que albergan la rectoría y los planteles educativos con que cuenta; está levantada sobre los restos de lava petrificada.
En efecto, la ciudad universitaria se asienta en los terrenos de lo que hoy conocemos como el Pedregal de San Ángel. En mis tiempos de estudiante a los que tenían su casa en esos terrenos les decían los conejos. Era la envidia. Es el volcán Xitle que hizo erupción aproximadamente hace un mil seiscientos años a. C; está ubicado en las faldas del Ajusco. Está cubierto de vegetación por lo que parece un cerro. Con una altura aproximada de 3,937 metros sobre el nivel del mar.
