Las administración municipal de Torreón, encabezada por el priista Eduardo Olmos, dejará a su sucesora una pesada carga en términos financieros.
La creciente deuda pública, los múltiples retrasos en los compromisos financieros del ayuntamiento, el aumento de la nómina y un presupuesto de egresos “congelado”, son los principales problemas que enfrenta el ayuntamiento.
De acuerdo a la información publicada la semana pasada por El Siglo de Torreón, al cierre de 2012 el monto de los adeudos a corto y largo plazo era 2.5 veces mayor al reportado en 2010, primer año de la administración.
La falta de liquidez se ha evidenciado por el atraso en el pago a proveedores como la Comisión Federal de Electricidad, la empresa concesionaria de limpieza o la compañía que controla el sistema de alumbrado, además de la demora en la entrega de recursos a Cruz Roja, asociaciones civiles y al Hospital Infantil.
En contraste y contrario a lo prometido por las autoridades municipales, la nómina no ha dejado de crecer. Al cierre de 2012 el gasto por servicios personales fue 21 por ciento mayor al registrado en 2010.
Por si fuera poco, en el gasto de imagen también ha habido dispendio. En los dos últimos ejercicios fiscales completos, el ayuntamiento de Torreón ha rebasado el tope de gasto en propaganda fijado por el Código Financiero, que es de 3 por ciento del presupuesto de egresos. En 2011, la erogación por este concepto fue del 3.8 por ciento, y en 2012, del 4 por ciento.
Pero si la nómina y el gasto en imagen se ha incrementado, no ha ocurrido lo mismo con el presupuesto anual de egresos, el cual ha registrado desde el año pasado una disminución. El presupuesto aprobado para 2013 es 14 por ciento menor al ejercido en 2011. Y en 2012, por ejemplo, la nómina consumió el 44 por ciento de los recursos totales frente a un pobre 12 por ciento de inversión pública, es decir, servicios, obras y programas.
La postura de la Tesorería Municipal ha sido que las finanzas del ayuntamiento son sanas y que no hay por qué preocuparse. No obstante, los números y los hechos indican otra cosa. Quien gane la elección del 7 de julio enfrentará un complicado panorama en términos financieros. ¿Estarán los candidatos preparados para plantar cara al desafío?
