El traspié en que incurrió el presidente Enrique Peña Nieto la semana pasada, al olvidar el nombre del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), ha hecho resaltar lo anecdótico del caso, y de modo lamentable, ha servido de cortina de humo para eludir el análisis de lo que en verdad es importante en el tema en cuestión, esencialmente vinculado a la transparencia y a la rendición de cuentas.
En ocasión del evento en el que Peña Nieto anuncia la presentación pública de su declaración patrimonial, y la de su principal equipo de colaboradores sin embargo, la relación o inventario de bienes en todos los casos, carece de la asignación de los valores respectivos, lo que desde luego es una burla para la sociedad destinataria de la información referida.
El tema el acceso a la información y sus objetivos, la transparencia y la rendición de cuentas, son clave de la participación ciudadana y del ejercicio democrático, porque una sociedad bien informada es la que está en posibilidades de apoyar y exigir a sus autoridades, según las circunstancias lo ameritan.
Sin embargo pareciera que nuestras autoridades de los tres niveles de gobierno siguen empeñadas en mantener la incongruencia, entre un discurso que apuesta a la transparencia y una voluntad que es la que construye la realidad, lamentablemente atorada en la opacidad.
En efecto, en ese mismo estilo de gobernar de modo virtual, dando por satisfecho el cumplimiento de las obligaciones a cargo del Gobierno a partir de la percepción que genera la propaganda, el gobernador Rubén Moreira celebra en Coahuila en estos días con tono festivo, la llamada Semana de la Transparencia.
Está por verse que el Gobernador cumpla con lo que debería ser normal y producto de la observancia lisa y llana de la ley y mientras tal ocurre, la oferta de Rubén Moreira en materia de transparencia no satisface las exigencias de los coahuilenses que siguen esperando la apertura y difusión de las cuentas públicas, que explique el destino de los recursos obtenidos con el megaendeudamiento que hace de Coahuila el estado con la mayor deuda contraída por número de habitantes en el país, que supera cuatro veces la media nacional.
El que la presentación del informe de ingresos y egresos del Gobierno de Coahuila ante el Congreso del Estado, haya tenido lugar el lunes pasado precisamente en un evento ceremonial no tiene sentido, porque representa a penas el cumplimiento de una obligación elemental que al publicitarse como gran cosa, genera la sospecha que indica: "Dime de qué presumes y te diré de qué careces".
El día de ayer continuaron las celebraciones, con la sorprendente firma de un denominado "convenio de transparencia" suscrito por los alcaldes de la entidad, que resulta del todo innecesario porque el deber jurídico de rendir cuentas de las autoridades, no deriva de un acuerdo de voluntades de los obligados, sino de la aplicación estricta de la ley.
En el caso del Municipio de Torreón la firma del convenio es otra burla, porque la actual administración además de tener por los suelos la calidad de la obra y los servicios públicos, es la más opaca y endeudada de la que se tenga memoria.
El día de hoy la agenda del Gobierno de Moreira tiene previsto hacer pública la presentación de la nómina de empleados y los padrones de beneficiarios de los programas sociales de las diversas dependencias estatales, lo que desde luego ninguna confianza despierta y más bien mueve a cuestionar, el por qué hasta hoy se cumple con la obligación de difundir esa información que ha estado oculta en los últimos siete años, a lo largo de todo el moreirato.
Lo dicho, mientras el actual gobierno no transparente el destino de los recursos obtenidos por medio de la megadeuda de treinta y seis mil millones de pesos que agobia a las finanzas públicas de Coahuila, los fuegos de artificio con los que Moreira celebra la transparencia y la rendición de cuentas, son una burla.