Una gran tarde taurina se vivió ayer en el Coliseo Centenario de Torreón. Triunfo de Cerezos y J. Sotomayor en encerrona
Una excelente tarde de toros se vivió ayer en el ruedo del Coliseo Centenario de Torreón, al efectuarse una encerrona donde se dejó ver calidad por parte del matador español Sergio Cerezos, el novillero Gerardo Solís y el becerrista Jesús G. Sotomayor, quienes lidiaron un toro y dos novillos de Fernández Yezaqui, ejemplares perfectamente bien presentados que respondieron a las exigencias.
Cerezos y Sotomayor cortaron una oreja cada uno, para salir como triunfadores de esta convivencia taurina, mientras Solís se fue con las manos vacías, pero con la satisfacción de haber ofrecido la mejor faena.
El primer ejemplar de la tarde correspondió al juvenil becerrista Jesús G. Sotomayor y presentó un peso de 330 kilogramos, ante el cual el 'Güerito' mostró todo su valor y entusiasmo, para finalmente cortarle una oreja.
El novillo, fuerte y con presencia, resultó difícil para la lidia, al tener trayectorias muy cortas, tornándose peligroso para el aspirante a novillero, quien debió jugársela para lograr una buena faena.
Pese a llevarse dos sustos, al ser alcanzado por el astado, el juvenil académico salió adelante a base de valor y determinación para cortar una oreja, luego de una estocada de tres cuartos en su segundo intento de matar.
El segundo espada fue el matador de toros español Sergio Cerezos, quien dejó constancia de su calidad y clase taurina, con excelentes pinceladas con el capote y la muleta, ello ante un astado de 430 kilos, que respondió a las exigencias del torero, que logró mantenerlo pegado a la muleta.
Pese a ello, Cerezos no escapó al susto tras ser alcanzado por el toro, que le provocó una voltereta, aunque sin mayores consecuencias. Tras pinchar en su primer intento, en su segunda oportunidad hundió el metal hasta la empuñadura, para acabar así con su enemigo y llevarse una oreja.
Cerró plaza el académico Gerardo Solís, quien lidió un novillo de 390 kilogramos, ofreciendo una gran faena en la cual se lució capote en mano con una serie de excelentes quites, para continuar con tres pares de banderillas de buena manufactura.
Con la espada logró entenderse a la perfección con el toro, llevándolo de su mano para conseguir a una serie de excelentes pases por su costado derecho, en lo que se puede considerar la mejor faena de la tarde. Una vez más, dejó escapar las orejas al fallar en repetidas ocasiones con la espada.