¿Con el PRI regresó la prepotencia? Los escándalos recientes de Lady Profeco, las grabaciones del ex gobernador Granier han revivido ese viejo temor. Pero no nos equivoquemos, la prepotencia no es un asunto exclusivo de priistas, y ahí están el Niño Verde y los hijos de Martha Sahagún para contradecir a cualquiera que pretenda darle al PRI la exclusividad de la prepotencia. Lo que sí podemos decir es que la prepotencia está íntimamente ligada a una forma de ejercicio del poder, que los priistas sintetizan en la frase "nosotros sí sabemos mandar" o "nosotros sí sabemos para qué es el poder" y que viene acompañado de este tipo de actos reflejos de prepotencia.
Entendámonos: ni todos los priista son prepotentes ni sólo los priistas son prepotentes, pero ese estilo de ejercicio del poder que los mexicanos identificamos como priista (la frase del "ya te salió el pequeño priista que todos llevamos dentro" es la muestra más contundente de esta cultura) permea a todos los partidos y buena parte de la burocracia, desde el policía de a pie hasta los hijos e hijas de altos funcionarios, y de la sociedad.
En este contexto no sorprende la actitud de Lady Profeco, sino la respuesta del Presidente de la República que, en un acto sin precedentes, decidió entregar la cabeza de Humberto Benítez, padre de la lady, ante la presión de las redes sociales, que no perdonaron ni bajaron la guardia un sólo minuto desde el momento mismo del abuso de poder. Fueron la friolera de más de 70 mil twitters los que mencionaron el tema sólo el 28 de abril, y se mantuvo en la primera semana de mayo con un promedio de mil menciones diarias y la segunda semana con 500 diarios. El tema no sólo estaba en boca de todos, estaba en la pantalla de todos.
El twitter adquirió en esta acción carta de naturalización como medio de opinión pública. Ya había dado muestras de su fortaleza hace tres años cuando se discutía la reforma política, pero nunca había logrado presionar una destitución de esta magnitiud. Lo que en principio puede ser considerada como una buena decisión del Presidente de la República abre también nuevas preguntas. ¿Lo que castiga el presidente es la prepotencia o simplemente no aguantó la presión social?; ¿es un tema de imagen o una política de gobierno? A Rosario Robles le pidió públicamente en un acto de gobierno que aguantara la presión por un asunto mucho más grave, la desviación de programas sociales con fines electorales, pero él no aguantó la presión de los twitteros, pues no tomó la decisión de separar de su cargo al procurador de consumidor en el momento del abuso de poder, sino tres semanas después y más de cien mil twitts después.
Bienvenida la twittocracia y su enorme capacidad de hacer opinión pública, pero existe un enorme riesgo de que las decisiones de gobierno se tomen desde twitter y para twitter y no desde el Estado y para el Estado.