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Un año: continuidad y sin nuevo rumbo mundial

GENARO LOZANO

México es uno de los países más conectados con el mundo. Somos la onceava nación por su población, la onceava economía mundial por el PIB. Uno de los países que más tratados de libre comercio tiene firmados. Uno de los países con el mayor número de membresías en los diversos foros multilaterales. Un país puente entre el Norte y el Sur. Una de las potencias culturales del español y globales por la vitalidad de nuestra historia. Argumentos que escuchamos una y otra vez que si bien son ciertos, poco peso tienen en las campañas presidenciales y en las propuestas electorales.

Evaluar la política exterior a un año del gobierno de Peña Nieto es complicado porque las promesas de campaña fueron pocas. Éstas no están en los 266 compromisos firmados por el hoy presidente, ya que no hay uno solo con respecto a la política exterior. Las promesas están en un ensayo publicado en Foreign Affairs Latinoamérica (FAL), coescrito por Jorge Montaño y por Emilio Lozoya Austin, entonces coordinadores de asuntos internacionales de la campaña del PRI, y en las 20 cuartillas que Peña Nieto dedicó a pensar en México como un actor global en el libro "México, la gran esperanza".

En el ensayo de FAL y en el libro de Peña Nieto hay un diagnóstico similar. Para quienes llegaron al poder en 2012, México se encontraba sin rumbo internacional. Atrapado por los temas de seguridad, perdiendo presencia en el mundo en otros temas globales, sin una agenda distinta a la de la seguridad con América del Norte, con una relación estancada con Europa, con un distanciamiento de América Latina y sin agenda con Asia. Aunado a ello, el diagnóstico era también obvio y el sentido de urgencia compartido: la imagen de México en el mundo estaba en su peor nivel y algo tenía qué hacerse para mejorarla.

En cuanto a los hechos, un año después, la agenda con América del Norte sigue sin tener otra fijación más allá de la seguridad. El primer informe de Gobierno detalla toda una serie de reuniones de funcionarios de primer nivel, así como las visitas del presidente Obama y del vicepresidente Biden. De los hechos destaca la firma de acuerdos de cooperación educativa, pero también la ausencia de lo que Peña Nieto llamaba en su libro la "gran asignatura PostTLCAN": el libre tránsito de personas en América del Norte.

A lo largo de todo el año, el tema de la reforma migratoria, la aprobación de ésta en el Senado con mayores presupuestos para la seguridad, con el aumento del muro en la frontera y con una complicada y larga ruta a la ciudadanía estadounidense de millones de mexicanos fue un tema ausente en México. Las autoridades de la Cancillería prefirieron jugar al avestruz, no incidir públicamente en el debate migratorio en EU. El resultado: hoy la reforma está muerta en la Cámara de Representantes y el 2014 se politizará más por las elecciones intermedias en ese país.

Aunado a lo anterior, las revelaciones de Wikileaks respecto al entreguismo en materia de seguridad por parte de la administración de Felipe Calderón no provocó mayores acciones ni declaraciones por parte del gobierno de Peña Nieto. Los escándalos de espionaje volvieron a activar la diplomacia de avestruz de Meade.

Respecto a América Latina, Meade sí inauguró su gestión volteando al sur, al participar en la Cumbre del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) y Peña Nieto viajó 8 veces a Latinoamérica en sus primeros 8 meses. De pronto, se mandó un mensaje de que México estaba de vuelta en la región, pero el reciente incidente del avión mexicano derribado en Venezuela, la falta de reconocimiento mexicano de que crece el consenso latinoamericano de un nuevo enfoque para el combate a las drogas, el regresar a la política de ignorar los asuntos relacionados con retrocesos democráticos y violaciones a DH en el subcontinente y las divisiones entre México y Sudamérica con respecto a Assange y a las revelaciones de Manning muestran que no hay ningún golpe de timón con América Latina, que todo ha sido narrativa. Salvo tal vez con la condonación de la deuda a Cuba, tema aplaudido en algunos espacios, ignorando los abusos a DH en la isla.

No menciono Asia ni Europa porque no veo nada en el horizonte, pero sí el plano multilateral donde sí hay un avance sobresaliente y es el papel de México en las negociaciones para la firma del Tratado sobre Comercio de Armas convencionales de la ONU, el ATT. Ahí fue fundamental la labor de la diplomacia mexicana, pero durante la gestión de Calderón. Peña Nieto y Meade se pueden poner la medalla en cuanto a la firma y ratificación en México, pero la negociación multilateral mexicana viene del sexenio pasado. En lo multilateral destaca la negociación opaca del Acuerdo Transpacífico, el TPP, en la que la diplomacia mexicana tiene mucho por aclarar.

Finalmente, el sexenio de Peña Nieto arrancó bien con la creación artificial del llamado Mexican Moment, MeMo. Los principales medios internacionales parecen haber seguido a la mayoría de los medios mexicanos y dejaron de hablar de las muertes del narco para hablar de las reformas aprobadas, del Pacto por México y de notas positivas. La realidad superó a esa burbuja mediática y de nueva cuenta regresan las notas negativas. El MeMo se desinfló y aún no sale el reporte de Anholt-GfK y otros que miden si hay una mejora de la imagen de México, como había prometido Peña Nieto.

Al final, la gran pregunta es si Meade además de estar instrumentando modelos gerenciales en las embajadas, buscando la "misión modelo de México" tiene una visión global de política exterior o si solo está en la Cancillería de paso.

Politólogo e Internacionalista

Twitter @genarolozano

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