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Un año: ¿Moviendo o estancando a México?

GENARO LOZANO

Hoy concluyo el ejercicio que he estado haciendo en las últimas dos semanas sobre una evaluación al primer año de gobierno de Peña Nieto. En las dos colaboraciones anteriores, me enfoqué en evaluar la ausente política cultural y la falta de rumbo y claridad en la política exterior. En esta ocasión toco la política y la economía de este primer año y no hay más que dudas y preguntas en torno a la narrativa oficial que la gran mercadotecnia política le acuñó al arranque del sexenio: Mover a México.

Narrativa que centró el inicio del sexenio. Desde las primeras horas del regreso del PRI, en diciembre de 2012, se anunció grandilocuentemente el Pacto por México, un acuerdo para crear mayorías y consensos e invisibilizar a las minorías y el disenso. Acuerdo por el que han pasado las "grandes reformas estructurales", un club cerrado de negociación entre las cúpulas partidistas, una negociación entre el Ejecutivo y los líderes de la oposición, quienes prontamente signaron el acuerdo, buscando oxigenar sus liderazgos tras la elección presidencial que sus partidos perdieron.

De tal forma, Jesús Zambrano y Gustavo Madero sobrevivieron todo 2013. Acordando con la Secretaría de Gobernación, dictando línea a sus legisladores, revitalizando sus liderazgos y convirtiéndose en los interlocutores del gobierno. Palomeando, en lugar de preguntando y como resultado: en pocos meses tuvimos dos reformas constitucionales, la educativa y la de telecomunicaciones, una miscelánea fiscal y una campaña publicitaria llamada la cruzada contra el hambre.

Reformas y cruzadas estéticas, que dieron la imagen de que estaba en el poder un equipo que lograba acuerdos, que rompía la supuesta parálisis legislativa de los años de los dos sexenios del PAN, pero reformas y cruzadas que aún no muestran sus efectos, que están congeladas ya sea por la falta de leyes secundarias o porque se nulificaron sus efectos ante la protesta de los grupos afectados, en el caso de la educativa. Reformas que se quedaron cortas, que no transforman a México, que lo movieron unos cuantos metros, para dejarlo estancado en otro punto muerto. Reformas que son incluso retrocesos, como la que se discute esta semana, la reforma política, que no apodera a los ciudadanos, sino a los partidos.

El gran acierto de estos 365 días ha sido el hechizo de la producción. El mismo que hizo que se hablara en los medios del Pacto por México, en lugar de los indicadores de la inseguridad, de las muertes violentas y de la guerra contra el narcotráfico, como se hizo durante el sexenio pasado. La narrativa del Pacto dejó a todos con la expectativa de cuánto duraría, de cuál sería el primer partido en abandonarlo. De si sobreviviría su primer año. El logro político del primer año ha sido imagen y expectativa.

Imagen y expectativas que han ocultado no sólo la ausencia de resultados en materia de seguridad, sino que han sido el humo que ha escondido el otro gran fracaso del primer año de gobierno: el pobre desempeño de la economía mexicana y la falta de eficacia para dirigir la política económica.

Y es aquí donde están las preguntas que no tienen aún respuesta. ¿Por qué se criticó que durante los doce años del PAN, la economía creciera en promedio 2.1% y durante el primer año de Peña se esperaba un crecimiento cercano al 4%, pero la economía creció a poco más de 1%? ¿Por qué los medios internacionales estaban tan optimistas a inicios del sexenio que hasta llamaron a ese período el Mexican Moment? ¿Por qué se nos prometió que la aprobación de las reformas y Luis Videgaray al frente de Hacienda harían que México creciera, se moviera y se acabó estancando? ¿Por qué el gasto gubernamental tuvo subejercicio cuando ha sido un mecanismo del crecimiento de la economía? ¿Por qué se presentó en febrero pasado una nueva política de vivienda ambigua, sin definiciones claras y que no ha incentivado la recuperación del sector a lo largo de todo el año?

Y si se quiere culpar al entorno internacional, entonces el gobierno de Peña Nieto debería explicar ¿por qué, con todo y su government shutdown, la economía estadounidense creció en 2013 a tasas crecientes, para cerrar con un 2.8% en el último cuatrimestre del año, mientras que la mexicana sufrió ajuste tras ajuste a la baja? ¿Por qué las acciones de la bolsa estadounidense crecieron a lo largo de todo el año y el mismo índice Dow Jones generó 43 máximos históricos durante 2013, mientras que la Bolsa Mexicana de Valores opera a la baja desde junio?

En resumen lo positivo del primer año ha sido el control de la agenda discursiva. Peña Nieto ha logrado que muchos medios se conviertan en voceros oficiales, reproduciendo boletines, sin mayor uso de fuentes, como revela una investigación que hoy presentan Artículo19 y Data4. Una buena comunicación política que le permitió al gobierno federal controlar el debate en torno a su primer año, pero que ha engrandecido reformas menores, un entorno de violencia que no cambió en este primer año con respecto al sexenio pasado y un manejo incompetente de la economía. Para 2014 se necesitan resultados y un relevo en sus equipos, si es que en serio quieren mover a México y no estancarlo.

Politólogo e Internacionalista

Twitter @genarolozano

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