EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Un año: sin proyecto cultural

GENARO LOZANO
"El proyecto cultural del presidente es muy claro y así se lo hizo saber al embajador Tovar y de Teresa: que la cultura llegue a más mexicanos y que usemos las tecnologías de la información."— Álvaro Rodríguez Tirado, Director del Cenart
No tiene derecho a querer ser presidente de México a partir de la ignorancia— Carlos Fuentes

Nos acercamos al primer aniversario del regreso del PRI a Los Pinos de la mano de Enrique Peña Nieto. Un año que será evaluado sobre todo alrededor del cumplimiento de sus 266 compromisos de campaña, pero también por la imagen del presidente y por el ejercicio del poder. Las formas y el fondo. Dedicaré las próximas columnas a evaluar lo que ha sido este primer año con respecto a cuatro sectores: cultura, relaciones internacionales, economía y política. Empiezo por la cultura.

Peña Nieto llegó a la presidencia sin un proyecto cultural. En sus 266 compromisos de campaña no hay una sola mención a la cultura, ni a lo que buscaría promover durante su gobierno. De hecho, las únicas dos referencias que hay a la cultura se encuentran en el compromiso 105, por el cual prometió la construcción de un parque ecológico, cultural y deportivo en la Zona Metropolitana de Zacatecas-Guadalupe y en el compromiso 215, por el cual se comprometió a construir un Auditorio Cultural en la ciudad de Cuernavaca. Dos compromisos que hacen referencia a infraestructura cultural y que bien podrían ser más bien un compromiso de los gobernadores de esas entidades, en lugar del compromiso del presidente de la República.

De igual forma, en su libro "México la gran esperanza. Un Estado eficaz para una democracia de resultados" no hay una sola mención a la cultura. Si bien el libro empieza con la aclaración de que éste no representaba una oferta de gobierno, sino "ideas para futuro del país", lo cierto es que en sus ocho capítulos sí se encuentra delineada la ruta del que ha sido su primer año en el poder. Y nuevamente no hay un proyecto cultural. No hay una sola mención en las 181 páginas. Acaso solamente en el capítulo 4 se habla sobre la necesidad de mejorar la educación en el país, construir una sociedad del conocimiento y del desarrollo del capital humano, pero nada de un proyecto cultural.

Si vemos el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 sólo se integra la cultura en el objetivo 3.3 al buscar "ampliar el acceso a la cultura como un medio para la formación integral de los ciudadanos" y en el 5.2 que intenta "promover el valor de México en el mundo mediante la difusión cultural". En el documento hay unos cuantos párrafos dedicados a este tema que son demasiado generales y sin sustancia. Igualmente, en el primer informe de gobierno las referencias están de las páginas 331 a la 345 y en ellas no hay más que una numeralia que indica que se hizo lo que se venía haciendo en años anteriores. Ninguna novedad.

Recientemente en la Universidad Iberoamericana escuché a Álvaro Rodríguez Tirado, el director del Centro Nacional de las Artes, dictar una conferencia desordenada, sin claridad en conceptos y en la que había una nostalgia por los sexenios de Salinas de Gortari y de Zedillo en cuanto a promoción cultural. Rodríguez Tirado quiso usar el concepto de poder suave -ideado por el académico estadounidense Joseph Nye para incluir a la cultura de un país como un factor de poder- para recordar con nostalgia cómo se había realizado una "grandiosa" exposición de cultura Olmeca en la Galería Nacional de Washington, en 1996. En las palabras del funcionario, el tiempo parecía haberse detenido en 2000 y vuelto a ponerse en marcha en 2012…

Ante mi pregunta de explicar puntualmente cuál era el proyecto cultural de este sexenio y de aclarar cómo se iba a lograr la promoción cultural en 2014 con un presupuesto recortado en casi un 24%, Rodríguez Tirado mencionó las palabras del epígrafe que uso en esta columna. Nada nuevo. El que más mexicanos tengan acceso a la cultura es una meta de cualquier gobierno que llega al poder y el del uso de las tecnologías de la información es algo en lo que se innovó durante los últimos tres años del sexenio calderonista. Respecto al recorte en más de 4 mil millones de pesos al presupuesto de cultura hubo un silencio.

Un año sin proyecto cultural. Un año en el que se resucitó al equipo que construyó el Conaculta, con personas como Rafael Tovar y de Teresa, el mismo Rodríguez Tirado en Cenart y con Alejandro Pelayo en la Cineteca Nacional. Nombres que en los directorios de los años 90 tenían las mismas plazas y que regresaron a la gestión pública de la cultura, tal vez con las mismas ideas de hace 20 años.

Un año sin claridad, sin innovación, con dudas sobre subejercicio del gasto y recortando presupuestos. Un año en el que no han concluido la Cineteca Nacional y en el que se pospuso el premio literario Carlos Fuentes, aunque dicen que no es vendetta por el insulto de Fuentes a Peña Nieto.

Un año sin proyecto cultural como un peligroso anuncio de los cinco que todavía les queda. Tal vez por ello se han pasado más tiempo buscando chivos expiatorios, justificando la inacción y politizando la cultura en lugar de presentar sus prioridades, corregir lo que se tuviese que corregir y retomar lo que se hizo bien en el pasado. El de la cultura ha sido un año sin definiciones, sin rumbo. Un foco rojo para 2014.

Politólogo e Internacionalista

Twitter @genarolozano

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 934660

elsiglo.mx