Es que no voy a llegar a ser Tarantino.
- ¿Por qué no?.
Con esa pregunta/respuesta tan sencilla de parte de mi profesor comencé un nuevo semestre en mi carrera. El inicio de la clase de las 7:00 am siempre es difícil, muchas sillas vacías conforman la decoración del salón, caras nuevas, expectativas nuevas y, sobre todo, una flojera colectiva acompañada de muchos bostezos matutinos. Eso y otras cosas forman parte de los obstáculos que tiene que sortear un profesor en su primer día de clases, y en el segundo, y en el tercero. No es nada fácil tratar de inspirar a un salón que se encuentra en el limbo. El limbo de las siete de la mañana.
Mi clase comenzó con un discurso motivacional, dicen que siempre son buenos para empezar el día. Tal vez dentro de ese discurso no haya escuchado nada que no me hayan dicho antes: "esfuércense, trabajen, luchen, sean los mejores", frases dichas con la intención de que al menos una de ellas se filtre a través de la somnolencia y llegue a motivar la mente de alguien. No fueron esas palabras las que me motivaron. Las palabras que llamaron mi atención fueron las que escribí al principio, esa respuesta tan simple y al mismo tiempo tan compleja: "¿por qué no?
¿Por qué no puedo ser Tarantino? ¿Por qué no puedo ser Michael Jordan? ¿Quién dice que no puedo ser el pirata cojo? ¿En qué página está escrito?
El mundo está lleno de sueños y no importa cuál sea la magnitud de éstos, el mundo se diseñó para poder soñar. La esperanza está acompañada de un sueño y tener un sueño le da sentido a la vida, es la diferencia entre vivir y existir.
No importa cuál sea tu clase social, ni tu inteligencia, ni nada. Todos tenemos un sueño en la mente, por más loco que éste pueda ser (y qué bueno estar loco). No conozco cuál sea el propósito en la vida de cada una de las personas, pero el mío se resume en cumplir mis sueños, en descubrir qué es lo que está escrito (si es que alguien lo escribió).
Yo siempre quise darle la vuelta al mundo. Vuelta por el universo. Quiero ser un Power Ranger. Escribir una novela que nadie lea. Ver a la Tierra desde afuera. Descubrir a mi persona favorita. Revivir a Freddie Mercury. Conocer a Clint Eastwood. Encontrar la cura para el miedo.
Sueños tengo muchos, unos más descabellados que otros, el punto es que me siento apto para poder cumplirlos. La vida está llena de obstáculos pero todo empieza a cambiar cuando uno se da cuenta que el mayor de ellos es uno mismo. Que no hay mayor lucha que la que se hace con el espejo. Que nadie va a vivir tus sueños por ti.
La historia está llena de gente que pudo ver la culminación de sus ideas. Gente que cambió a la humanidad por soñar con un mundo mejor. Un hombre llamado John Lennon lo dijo en alguna canción. Martin Luther King lo dijo en algún discurso. Ellos empezaron con una pequeña idea motivada por un gran espíritu. Seguro también existen millones de personas que, sin ser famosas, también forman parte de este grupo selecto de soñadores.
La vida es una aventura tan compleja y tan llena de caminos que a veces se vuelve complicada. Esa búsqueda confusa por encontrar una razón que justifique la existencia. A pesar de eso, creo que toda la magnitud, extensión y complejidad de eso que llamamos vida se resume a sólo dos palabras: ser feliz.
Este mundo necesita de gente que ame lo que hace y que haga lo que sueñe. Tal vez sólo sea cuestión de despertar un día, levantarse de la cama y preguntarse a sí mismos: "¿Es esto lo que quiero hacer?". Y si no, entonces es hora de comprar zapatos más cómodos y de reformularse la pregunta por una más fácil: ¿Puedo hacer lo que quiero? ¿Por qué no? Al fin y al cabo uno merece lo que sueña.
