Este fin de semana se llevó a cabo la ceremonia anual de los Grammys, los premios a lo mejor de la música a nivel mundial. Como cada año, se entregaron reconocimientos a los mejores exponentes de cada género según los críticos. También se hizo un homenaje a los músicos fallecidos durante el año pasado, en el que varios nombres importantes surgieron: Whitney Houston, Robin Gibb (cantante de los Bee Gees), Ravi Shankar, Adam Yauch (bajista de los Beastie Boys), Donna Summer, entre otros. Dentro de esa lista de celebridades musicales apareció un nombre latinoamericano, uno argentino para ser exactos: Luis Alberto Spinetta, mejor conocido como "El Flaco".
Quizá varios de ustedes se pregunten quién es Spinetta y eso es comprensible dado que aquí en México no tuvo mucho auge como en su natal Argentina. Es de destacar que en sus más de cuarenta años de trayectoria sólo tuvo un par de conciertos en tierras mexicanas.
Spinetta fue más que sólo un músico importante. Fue uno de los más grandes exponentes del rock en español, pionero del rock argentino y más que eso, fue el poeta de toda una generación. Spinetta fue "el poeta". Él contribuyó en gran medida a la formación musical de otros talentos como Pedro Aznar, Charly García, Fito Páez y su mayor alumno: Gustavo Cerati.
El concepto de "artista", en mi opinión, se ha vuelto barato en estos tiempos. Un artista no es sólo una imagen, no es sólo un producto. Para mí un artista es alguien que comunica, que crea y que sobre todo transmite. Spinetta fue "el artista". Siempre tuvo muy en claro que su propósito en la vida era cantar, era tocar la guitarra. La música se volvió su voz y nosotros fuimos los oídos. Alguna vez dijo que la música nació en él antes que las palabras.
El Flaco fue un genio y nunca actuó como tal. Su manera de escribir fue única, siempre buscando la manera de crear metáforas con cuales comparar la vida. Nunca hizo la música con algún fin que no fuera satisfacer su necesidad de comunicarse, a pesar de eso logró hacer discos tan maravillosos como Artaúd (considerado el segundo mejor disco en la historia del rock argentino) o como Invisible.
Las formas en las que trascendió Spinetta durante su estancia en el mundo son incontables, el solo hecho de entrar en el corazón de una persona y de ofrecer un refugio con sus letras y música es algo conmovedor. Su música se volvió luz en la oscuridad de muchas personas.
Me hubiera gustado escribir todas estas palabras buenas de Spinetta acompañadas de un "fue una muy buena persona". No lo sé. Lo que sí sé es que aún en los momentos más duros de su vida, en su cáncer, tuvo la fortaleza y la actitud para seguir adelante: "Mi nombre es Luis Alberto Spinetta, tengo 61 años y soy músico. Desde el mes de julio sé que tengo cáncer de pulmón. Me encuentro muy bien, en pleno tratamiento hacia una curación definitiva…", Spinetta fue "la persona".
Hace ya un año que Luis perdió esa lucha mortal contra el cáncer. Fue tan grande en vida que dejó un testamento a cualquier persona que lo quiera tomar, nos dejó su música y su poesía. Su mayor legado. Ojalá que en donde quiera que esté siga escribiendo, siga cantando, siga tocando corazones. Gracias por todo, Flaco. Siempre inmortal.
