Mientras que para Estados Unidos Rafael Caro Quintero es todavía un narcotraficante poderoso para los jueces de México, después de 28 años de cárcel, es un hombre que tiene derecho a vivir en libertad.
La liberación del fundador del Cártel de Guadalajara envía el mensaje de que en este país nadie recibe su castigo por delinquir, ya que la impunidad alcanza para todos. Prueba de ello fue también la exoneración de Raúl Salinas de Gortari.
Estos dos casos son una prueba de que nuestro país está muy lejos de presumir una cultura de la legalidad. Por el contrario reafirma la idea de que políticos corruptos y criminales poderosos nunca recibirán su castigo.
El procurador de la república, Jesús Murillo Karam, se dijo preocupado por la liberación de Caro Quintero, mientras que Estados Unidos anunció que buscará enjuiciarlo por el asesinato del agente antidrogas, Enrique Camarena, el cual data de 1985.
Para las autoridades estadounidenses la CQO (Caro Quintero Organization) sigue activa, con negocios en los que participa parte de la familia. Las autoridades de ese país han afirmado que desde la cárcel Caro Quintero seguía utilizando a familiares y a prestanombres para invertir su dinero en empresas aparentemente legítimas.
El mismo día de la liberación del narcotraficante se dio a conocer en el ámbito deportivo que no habría sanciones para los jugadores de futbol que dieron positivo en el antidoping, además que la Femexfut no dará a conocer sus nombres. Esta noticia que parece tan alejada de la liberación del capo, es también un ejemplo de cómo en los diferentes ámbitos de la vida en México la corrupción y la impunidad son prácticas cotidianas.
La leyenda del hombre que presuntamente se ofreció a pagar la deuda externa de México si lo dejaban libre vuelve a tomar fuerza, pero sobre todo nos confirma que a pesar de la transición democrática y la llegada del Siglo XXI, nuestro país no ha transitado hacia la cultura de la legalidad.
