Tarde o temprano deberá haber justicia para lo realizado por un ciudadano distinguido que con sus obras hizo los méritos necesarios para estar en el selecto grupo de los inmortales, sobre todo por lo que hizo a favor del basquetbol lagunero durante varias décadas.
Personalmente vimos de cerca su gran obra, pues siendo todavía niños nos llevó a la Escuela del Centenario, donde por las mañanas estudiamos el sexto año y por las noches nos adentró en el deporte ráfaga, en uno de los muchos equipos Torreón que patrocinó de pe a pa.
Porque don Alfonso Esparza Hernández compraba uniformes, pagaba arbitrajes, y sostenía muchas becas en escuelas y universidades. Fundó una Academia Infantil de Basquetbol a la que le dio el nombre de Alfonso Roldán en memoria de un grande del baloncesto.
A las canchas de la Escuela del Centenario las dotó de alumbrado y bancas y además del primer tablero electrónico que hubo en la Comarca. Fueron importantes las gestiones que realizó ante don Braulio Fernández Aguirre, gobernador de la entidad, pidiéndole la construcción de un gimnasio.
Y nos acabamos de enterar que cuando don Braulio autorizó la construcción pidió que éste llevara el nombre de don Alfonso Esparza a lo que don Alfonso se negó como prueba de humildad y sencillez.
Al señor Esparza se le han dedicado varios reconocimientos, como el busto que está en la Unidad Deportiva y los torneos de basquetbol que llevan su nombre, sólo falta que el primer gimnasio construido en Torreón, por el que tanto luchó lleve su nombre.
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