Con rostros serios y cuerpos cansados, lo seleccionados mexicanos llegaron ayer a Fortaleza, provincia de Ceará, con dos millones y medio de habitantes, donde mañana enfrentará a Brasil, que después de su victoria ante Japón ha recobrado la alegría lo mismo su afición.
Chepo de la Torre ya no oculta la mortificación que siente después de la derrota ante Italia echando abajo sus pronósticos de que ganarían la Copa, incluso ha ordenado que los entrenamientos sean a puerta cerrada.
De perder ante los amazónicos, el futuro del Chepo quedaría colgado de alfileres pues ya eliminado, el partido ante Japón sólo serviría para comprobar una vez más el mal momento que vive la Selección, y sobre todo que De la Torre no era el idóneo.
Porque el futbol mexicano está teniendo progresos a niveles juveniles como se vio hace un año en Londres, cuando se ganó el campeonato olímpico, derrotando en la final nada menos que a Brasil, donde Oribe Peralta alcanzó la inmortalidad anotando dos goles.
Desafortunadamente las lesiones han dejado por ahora fuera al 'Cepillo', que tiene una actitud muy diferente a la que han mostrado muchos de los dirigidos por el Chepo en el hexagonal y en Confederaciones, que, como diría Carlos Salcido, ha sido de miedo.
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