En menos de tres semanas, la popularidad de Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, ha caído tanto que la mandataria ha decidido no estar hoy en el Maracaná, donde Brasil y España disputarán la final de la Copa Confederaciones, que tantas protestas ha levantado en el país sede.
Muchos brasileños critican severamente la política económica de Dilma, por su carencia de sensibilidad, dando mayor importancia a gastos de la Copa Confederaciones en lugar de atender necesidades prioritarias como alimentación y vivienda en sectores desprotegidos.
Pese a lo anterior, Josep Blatter, presidente de FIFA, ha dicho que la situación que vive Brasil no pone en riesgo la celebración del Mundial de 2014, dando su apoyo al gobierno que encabeza Dilma.
Brasil no confía mucho en su equipo para ganar esta competencia, y el mismo Neymar ha dicho que la Furia Roja es favorita, aunque los que conocen bien a la nueva estrella del Barcelona dicen que es sólo una opinión elegante de alguien que vivirá en España.
La nota más comentada ayer en México fue la derrota 1-0 de la Selección que nos representará en la Copa Oro, a iniciarse la próxima semana, ante Cruz Azul Hidalgo, reforzado en la portería por Alexandro 'El Mostro' Álvarez y por Braulio Luna.
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