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Un Papa bueno

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Mis teléfonos comenzaron a repiquetear. Todo el mundo quería retransmitir la noticia: Habemus Papam.

La noticia era en sí buena, pero ¿quién era este hombre que se convirtió en el Papa número 266 de la Iglesia?

Cuando me dieron el dato me sorprendió: Un cardenal argentino, de la orden de los Jesuitas.

De inmediato le hablé a mi asesor de cabecera: Padre Jorge, y le pregunté: ¿Qué onda Jorge? ¿De qué se trata, jesuita y argentino? A lo que respondió: "P'os explícamelo tú, porque yo no le entiendo".

Se trataba de Jorge Mario Bergoglio, de 76 años, Arzobispo de Buenos Aires y Primado de Argentina.

Me sorprendí, en un primer momento. Dos características poco reconocidas en el mundo: jesuita y argentino.

No faltó el gracioso de las redes que inmediatamente escribió desde la capital del tango: "Les dije que Dios vivía en Argentina".

Pensé para mis adentros: Se conjuntaron dos Papas: el blanco y el negro.

Es bien sabido que durante muchos años Pedro Arupe, General de la Compañía de Jesús, fue conocido como el Papa negro, primero porque así vestía y segundo porque tenía tanta influencia como el Papa blanco.

Conociendo la soberbia de los argentinos, me imaginé lo peor, pero poco a poco comencé a ver que en su biografía se ponderaban virtudes especiales. Se le calificaba como: "un jesuita austero, que llevaba una vida discreta y cultivaba un bajo perfil".

Para agradarme aún más, leí por ahí, que la elección del nombre con el que quiere ser conocido el Papa, tiene que ver con el signo de su pontificado y él escogió llamarse "Francisco", como Francisco de Asís, una de las figuras más hermosos de la Iglesia, llena de sencillez y humildad.

Y en efecto, salió al balcón y además de dar la bendición, pidió que lo bendijeran y oraran por él y se inclinó en un rasgo de humildad.

¡Cuánta falta le hace a mi iglesia humildad! Despojarse de esas vestimentas ostentosas y deambular por la vida como lo que son: seres humanos, que predican la doctrina de Cristo.

La vida de San Francisco fue magistralmente representada en aquella película de Franco Zeffirelli (1972): "Hermano sol, hermana luna", en la que muestra la entrada, con muchas dificultades por cierto, de Francisco al Vaticano, ante la presencia del Papa y en la que se muestra a muchos cardenales costosamente adornados con ricas prendas, mientras que Francisco andaba descalzo y vestía sayal. El Papa lo recibe y cuando lo abraza le dice al oído: "Hazlo tú. Yo ya no puedo".

Y en efecto, el Sumo Pontífice, había sido copado por cardenales que sólo pensaban en la opulencia y la buena vida palaciega, despegados totalmente de la doctrina cristiana.

El nuevo Papa, vive en un modesto piso y anda en camión, por la ciudad de Buenos Aires. Creo que él debe ser un Papa bueno. Tiene además, un buen sentido del humor, cuando lo nombraron les dijo a los cardenales: "Que Dios os perdone por lo que acabáis de hacer".

Tal vez no vaya a ser el gran reformador que muchos esperaban, pues en su momento se opuso a los matrimonios gays en Argentina. Pero habrá otras cosas que pueda cambiar y sobre todo dar ejemplo de lo que debe ser la Iglesia en este tiempo.

Además de jesuita y argentino, este Papa, se parece a mi amigo Carlos Juaristi y pienso que debe ser de mano dura envuelta en guante de seda, pero dura. Es lo que se necesita para enderezar muchas cosas en la Iglesia. Él mismo ha declarado que: "Si la Iglesia no proclama a Jesús se convertirá en una ONG piadosa".

Se le ve fuerte, rozagante, amoroso y humilde y esas virtudes deben servir para navegar en un mar de lobos.

Yo quería un Papa negro, pero no resultó. Sin embargo éste vestía de negro y se negó a usar los ropajes papales, por eso salió al balcón con vestimenta blanca; y al dirigirse al pueblo se mostró sencillo, como debe ser un servidor de Cristo.

Confío y ruego a Dios, por que Francisco sea un Papa bueno, que nos llene de amor y refunde la Iglesia.

Mis profesores jesuitas deben estar felices, porque se hicieron del Papado sin disparar un solo tiro. Me dicen que en la Pereyra, todo era júbilo y alegría entre los actuales sacerdotes que ahí trabajan.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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