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Universidad en ascenso

Addenda

GERMáN FROTO Y MADARIAGA

La historia de la Universidad Autónoma de Coahuila, es una azarosa historia, que se remontan muchos años atrás. Es un hecho conocido que, por razones que hoy no vienen a cuento, la Universidad inicia actividades, precisamente aquí en lo que era la Preparatoria Venustiano Carranza.

De ese entonces hasta el año de 1973, la historia da un gran salto, al movimiento de autonomía, cuando un puñado de jóvenes y maestros, se lanzaron en pos de lo que entonces consideraban fundamental para la vida de la institución, su independencia en tres aspectos básicos:

La autonomía académica, la financiera y administrativa. Antes de ello, los rectores los nombraba una Junta de Gobierno, ahora se elige por votación mayoritaria, directa y secreta, de sus profesores y alumnos.

Precisamente, esta semana que termina, el Consejo Universitario, máxima autoridad de la Universidad, lanzó la convocatoria para elegir rector.

El primer rector que llegó por esta vía, fue el recientemente fallecido Melchor de los Santos Ordóñez y el último, quien está por dejar la rectoría, Mario Alberto Ochoa.

¿Quiénes tienen realmente posibilidades de acceder a ese cargo en la Universidad? Normalmente, los funcionarios de la administración central que son conocidos por los sectores universitarios.

Es por ello que en esta ocasión, aspira a conducir los destinos de la U.A. de C., por los próximos tres años, un excelente universitario y buen amigo, Blas Flores.

Con casi treinta años, como profesor de la Universidad y más de seis como tesorero de la misma, Blas se ha registrado para esa contienda con muy buenas posibilidades.

Porque se necesita conocer muy bien a la Institución y tener contacto con los grupos políticos que en ella operan.

Me consta su preparación, calidad humana y honorabilidad, pero sobre todo su amor por la Universidad. Porque se necesita amar a la institución para entregarle buenamente tres años de una vida.

No son tareas fáciles y, no obstante lo honroso del cargo, a veces son pesadas e ingratas. Las tareas de la Universidad, que conozco de cerca, son arduas y difíciles, pues son trabajos siempre inacabados.

Cada rector en su momento, ha puesto sus mejores capacidades para hacer avanzar a la Universidad, pero siempre faltan cosas.

En estos tiempos se necesita un mayor impulso a la titulación de egresados e investigación científica de calidad. Atrás quedaron los tiempos aciagos, en que los egresados de ella, eran hasta repudiados por considerar que no reunían los requisitos académicos para desempeñarse profesionalmente.

Nos tocó vivir esas etapas y era verdaderamente preocupante el futuro de los egresados. Se requirió de muchos años y mucho esfuerzo, para superar esa etapa. Ahora son otros tiempos y el panorama es alentador.

Toda universidad, desde Boloña y París, que son universidades milenarias, hasta las de nuestros días, han buscado la superación académica y una consolidación que les permita impartir mejor educación a sus educandos.

Por eso creo que la nuestra necesita ahora de hombres efectivamente comprometidos con ella, que la hagan avanzar y la lleven a mejores estadios; y para mí, uno de esos hombres, es Blas Flores.

No faltarán aquéllos que, por ambición o envidia, pretendan llevarnos por otros caminos. Pero favorablemente los universitarios sabemos quién sí reúne las condiciones para ser un buen rector y quién sólo anda buscando el provecho personal.

Es oportuno igualmente puntualizar, que quizás ya sea tiempo de entrar a la elaboración de un nuevo estatuto universitario. El actual data del año 75 y muchas son las cosas que han cambiado durante ese tiempo.

Se requiere entonces, de un nuevo consejo universitario constituyente, que se entregue a esa tarea. El estatuto actual nos costó más de dos años de arduo trabajo y muchas horas de insomnio.

En su elaboración participaron hombres sabios y amantes de la Universidad, como Armando Fuentes, Manuel García Peña y Antonio Alanís, por mencionar sólo algunos de aquellos profesores que desinteresadamente aportaron sus conocimientos para darle a la Universidad un marco jurídico de vanguardia.

Sin embargo, ese Estatuto ya cumplió con su cometido y respondió con creces al momento que se vivía en la década de los setenta.

Se requiere entonces una renovación, darle mayor funcionalidad y procesos adecuados y tranquilos que garanticen la vida institucional.

Claro que para ello se necesita tejer muy fino desde el punto de vista político. Porque algunos querrán que siga el actual estado de cosas, por así convenir a sus intereses.

Creo que ahora hay condiciones para entrar a una tarea de esa naturaleza, pues incluso se cuenta con un gobernador egresado de nuestra Universidad, que por ende la conoce bien y sabe qué es lo que ella necesita.

En pocas semanas tendremos nuevo rector de la Universidad y espero que sea Blas Flores, porque muchos somos los que fincamos buenas esperanzas en su gestión y sabemos que no nos va a decepcionar.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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