Ya pasada la euforia del nuevo año, cuando regresamos a nuestras labores y consumir el calendario, día con día y mes con mes, es buen tiempo para retomar nuestros diálogos humanistas, en búsqueda de intentar ser mejores personas.
Reflexionemos y traigamos a la conciencia que, los seres humanos, somos algo muy importante en la creación; si no el punto culminante, sí los seres animales que pueden cambiar al planeta y, tal vez, en algunos siglos más, influir positivamente en la Vía Láctea y por qué no, en el universo entero.
Démonos cuenta que en tan sólo unas decenas de años, -un poco menos del siglo anterior- hemos alcanzado niveles en ciencia y tecnología que nos han movido a cambiar nuestros sistemas sociales, aunque no siempre haya sido para bien; aún más, en tan sólo una veintena de años, transformamos nuestra vocación de ser felices, viviendo ansiosamente, cambiando el sentido en "dejar de ser para tratar de tener y consumir".
El maestro José Ortega y Gasset, sentenció agudamente que: "somos nosotros y nuestras circunstancias" y sin duda tenía razón.
En nuestras manos está el futuro que queramos vivir y compartir con nuestros seres queridos, particularmente los menores; todos: compañeros de viaje en "la cáscara de nuez" que es nuestro planeta.
Podemos tomar dos caminos: el de los vencidos resignados, que esperan un milagro o un "alguien" que los rescate; o en contrario, el de los vencedores, que luchan por lograr el cambio, haciéndolo de manera inteligente, enfrentando al orden y la razón contra el salvajismo y el canibalismo.
Habrá que luchar para cambiar nuestras propias debilidades personales, "oportunidades de mejora", como dicen los académicos pretendiendo no ofender con calificativos dolorosos a quien los escucha.
Le comparto algunas alternativas:
Vencer nuestra pereza, no sólo la física, que nos impele a dejar de participar en los movimientos sociales y legales, sino a la intelectual, a la que nos tienen sometidos algunos medios que nos bombardean permanentemente con comunicados chatarra, - telenovelas o programas idiotizantes- sin descartar a los periodistas y escritores que vendieron su integridad al empeñar sus plumas por un salario, a veces cantidades escandalosas.
Dominar el temor a ser nosotros mismos y romper con la obligatoriedad de vestir a la moda dictada, comer según ordenamientos publicitarios y convivir en ambientes sociales de marcado relajamiento.
Muy importante: podemos ensayar el compartir sin temor a perder lo poseído, sobre todo lo intelectual y el conocimiento.
Defender la libertad de hablar y decir lo que sabemos y pensamos, algo difícil, ya que representa desnudar nuestro ser ante los demás.
Abrir los ojos y dejar de luchar por "la competitividad del tener" y darnos cuenta de que nosotros somos, por encima de lo que parecemos, que finalmente nunca daremos gusto a los demás, también enfermos por la loca carrera de conquistar más de todo para quedarse con poco a nada y empezar de nuevo, en el juego impuesto del consumismo. que tanto interesa y beneficia a terceros.
Indudablemente que ya hay advertencias de que los habitantes del mundo buscamos para cambiar el rumbo que nos quieren obligar a seguir. Las evidencias están ante nuestros ojos, aunque tratan de ocultarlas o disminuirlas en importancia.
En pocos años, quizá medio siglo, hemos cambiado nuestra actitud hacia las minorías, ejemplos: el indigenismo y hasta la misma homosexualidad, volviendo la vista y actuando para su atención y beneficio, como los humanos que son; quizá sólo enterándonos y cambiando nuestra actitud de indiferencia y hasta desprecio.
Vivimos una mayor apertura en cuestiones de credos religiosos, con líderes bien intencionados que buscan encuentros más que puntos de desacuerdo y que han descubierto la virtud de la tolerancia del creer y pensar de los demás.
Abandonamos actitudes raciales que a todas luces siempre han sido despreciables, comprendiendo que negros, blancos o amarillos, todos, somos iguales, con misma carga genética y derechos de tener mejores expectativas de calidad de vida. Tanto hemos cambiado que, en los EUA, ya aceptaron a un hombre de color como su líder, cuando hace medio siglo no les permitían utilizar el mismo transporte o comer en el restaurant "de blancos".
Con la tecnología de la comunicación, acabamos con el secretísimo extremo que permitía los grandes abusos; hoy día sabemos, casi al instante y gracias a la Internet, sobre maltratos, genocidios o destrucción de la ecología, incluyendo actitudes de cavernícolas del siglo XXI, como la del Sheriff Arpaio, por ejemplo.
Claro que hay mucho por hacer, pero el cambio ya se está evidenciando.
Sabemos que vienen tiempos de mejores hombres y mujeres; políticos, universitarios, empresarios, amas de casa y trabajadores que aceptarán ser y buscar mejores formas de convivir, porque como escribió inteligentemente Jorge Dobner, en "Verdades Cambiadas": "Las cosas están mal, pero es el mejor momento para cambiarlas" ¿Desea participar?
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