En medio del miedo que se vive en Torreón por el ataque a bares, a gasolineras a plena luz del día, y el incremento en el número de muertos que parece no tener fin, las autoridades de Coahuila y de Torreón han evidenciado poca sensibilidad ante el problema. Primero el sábado por la noche la oficina de Comunicación Social del Gobierno de Coahuila emitió un boletín para informar que el gobernador, Rubén Moreira, había salido a caminar por las calles de Saltillo y mucha gente lo había detenido para tomarse fotos con él, ya sea con celular o Ipod. Nuestros subagentes no dudan de la popularidad del gober, pero mandar esos boletines cuando se vive una de las peores crisis de seguridad sin duda es políticamente incorrecto por decir lo menos. A nivel municipal no cantan mal las rancheras.
El domingo, cuando la ciudad había amanecido con el terror propio del ataque al bar Tornado que dejó como saldo siete personas muertas, el suspirante y aún Secretario de Desarrollo Social, Miguel Riquelme, subió a twitter una foto comiéndose unos tacos de tripas en el mercado Alianza con el alcalde, Eduardo Olmos, imagen que fue duramente criticada en las redes sociales ya que evidenciaba la poca sensibilidad al problema de la inseguridad.
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Con eso de que la “nueva forma de gobernar” en Coahuila implica que todo mundo pague sus derechos vehiculares y saque sus placas, llama la atención que en la Recaudación de Rentas del Estado tengan como misión hacerle la vida cansada a los contribuyentes que deben esperar hasta cuatro horas para pagar la tenencia. La oficina que comanda José Armando García Triana abrió el año con sólo una computadora para atender la emisión de estados de cuenta y la recepción de pagos, y aunque el trámite se puede hacer en otros lados, la ausencia de información y la dificultad que presenta la página de Internet ha obligado a cientos de personas a ir a las oficinas del gobierno estatal. Nuestros subagentes comentan que el año nuevo agarró a la gente de Recaudación desprevenida, pero lo más interesante es que parece que don Pepe anda un poco lejos del desfile porque en los últimos días se ha dedicado más a buscar acomodo en el gobierno federal. De hecho se dice que el recaudador está a punto de ser nombrado en alguna delegación, gracias a la cercanía familiar que mantiene con el presidente Enrique Peña Nieto. ¿Será?
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En algunos círculos panistas se empieza a impulsar una “tercera vía” para la candidatura del PAN a la presidencia municipal de Torreón para evitar lo que se anticipa como una cruenta batalla entre Jesús de León Tello y Jorge Zermeño. La opción sería el excuruleco Carlos Bracho, que saltó a la palestra en 2006 cuando ganó de manera inesperada una diputación federal y se convirtió en una rarísima especie de grillo porque es el único en la memoria de nuestros subagentes que no buscó otra “liana” cuando se le acabó un hueso. Eso le dio a don Carlos una buena imagen que ahora quieren aprovechar algunos blanquiazules para que luego no digan que son PAN con lo mismo. Hasta ahora don Carlos no ha dicho ni sí ni no (sino todo lo contrario) y deja que sus correligionarios le hagan cosquillas, lo que sugiere que ya le va agarrando el gusto a las formas de hacer política. Hasta ahora el intento de impulsarlo se encuentra en una etapa muy prematura y es probable que no alcance el tiempo para conseguir el apoyo necesario dentro del partido. Los subagentes reportan que el grupo del curuleco Guillermo Anaya, que impulsa a don Chuy, logró evitar las deserciones durante la reciente campaña para refrendar la militancia y a pesar de que ya perdió la nómina federal, mantuvo las redes clientelares que tenían bien aceitadas desde el sexenio pasado.
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De todos los gobernadores del país, nuestros subagentes comentan que el más aplicado en quedar bien con el presidente Enrique Peña Nieto es el de Durango, Jorge Herrera Caldera, que aprovecha cualquier oportunidad para anotarse una “estrellita” con las nuevas autoridades. Una de las señales más notorias es que algunos espacios de publicidad del gobierno estatal acreditan y agradece las obras directamente a don Enrique, algo que por supuesto nunca pasó con Felipe Calderón. Así sucedió con una reciente campaña forestal en la que los estrategas de imagen del gober Herrera prácticamente dijeron que el presidente era el artífice de la erradicación de plagas, cuando es muy probable que don Enrique ignore qué es eso del escarabajo descortezador o qué hace en Durango. A lo mejor don Jorge quiere evitar por todos los medios que se sepa que Durango es uno de los principales focos de criminalidad en el país o que eso no se lo tomen en su contra. El gober también busca ganar puntos con el equipo del “preciso”, para lo cual acaba de designar a la secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu, como “hija predilecta de Durango”, aunque los subagentes no recuerdan que la funcionaria chilango-guerrerense haya pisado alguna vez la tierra de los alacranes. Al paso que van, todo el gabinete presidencial podrá ser declarado “hijo predilecto”, entrando en la categoría de Silvestre Revueltas, Ricardo Castro, Pancho Villa y el Chapo Guzmán.
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Por cierto, hablando de quedar bien, nuestros subagentes comentan que el flamante presidente Enrique Peña Nieto ya prepara su primera gira a La Laguna. Algunos dicen que la visita será en Torreón y otros que a Gómez Palacio, por lo que se antoja la posibilidad de que en Los Pinos preparen una gira conurbada para finales de mes. En Coahuila se dice que don Enrique visitaría Saltillo y Torreón y que la gira se enfocaría en el lanzamiento de programas sociales, como la cruzada contra el hambre, lo que le daría buena visibilidad al secretario de Desarrollo Social, Miguel Ángel Riquelme, en la víspera del “dedazo” (perdón, selección) para ser postulado por el PRI a la alcaldía de Torreón. Del lado de Gómez Palacio se dice que don Enrique podría tener un evento en la Jabonera La Esperanza, con la ídem de que su gobierno ponga el dinero que falta para terminar su rescate. Lo único concreto es que ante la posibilidad de una visita presidencial, los gobernadores Rubén Moreira y Jorge Herrera Caldera están que no caben de contentos.