En la última semana de campaña, la carrera por la alcaldía de Torreón se calentó con un ingrediente inesperado, el regreso de la figura del exalcalde Jorge Zermeño. La campaña en redes sociales y anuncios espectaculares para escribir su nombre en la boleta el día de la votación metió un ruido infernal en el cuarto de guerra del suspirante panista Jesús de León, que inmediatamente buscó hacer control de daños para minar la credibilidad de los promotores del movimiento. Al parecer el deslinde enérgico de don Jorge no bastó para frenar la campaña, sobre la cual se manejan dos hipótesis, una por cada bando, aunque la realidad parece mezclar un poco de ambas. En el PRI dicen que este es un pleito interno de los panistas, atizado por el exalcalde José Ángel Pérez, que trae pendiente cobrarse una cuenta con don Chuy.
Para tal efecto, don José Ángel habría movilizado a algunos de sus viejos cuadros, particularmente Gerardo Montañez, quien cobró en su administración y ahora aparece como promotor del voto “zermeñista”. Los tricolores apuntan a las divisiones internas del PAN como prueba de que los azules no necesitan ayuda para meterse en líos y eso se refuerza con la conferencia que ayer dio el exdelegado de Agricultura, Ignacio Corona, quien tuvo ese hueso gracias a los oficios del exprimer compadre Guillermo Anaya, pero ahora se le fue encima porque ya no lo pelan. Obviamente en la campaña de don Chuy no se tragan el cuento de la inocencia priista y de hecho nuestros subagentes comentan que el curuleco blanquiazul Fernando “El Gutiz” Gutiérrez se topó el otro día con el aspirino tricolor, Miguel Ángel Riquelme y le reclamó el golpe, cuya autoría la atribuyen al “cuarto de guerra” priista. Según los panistas, la campaña pro-Zermeño sí pasa por José Ángel Pérez, pero sólo porque es el personaje cuya administración conecta a don Gerardo con el ahora zar de imagen del estado y el municipio, Jorge Hernández Guerra, quien habría “volteado” a su antiguo compañero. El problema es que don Gerardo cuenta con credenciales panistas, incluyendo una de asesor del partido en el Senado, lo cual hizo que hasta el coordinador de los senadores del PAN, Jorge Luis Preciado, tuviera que distraerse del escándalo por las travesuras que hacen con el dinero de la bancada para acusar una falsificación de documentos. Al llegar las cosas hasta ese nivel queda claro que los del blanquiazul buscan recurrir a todas las instancias para minimizar este pleito que debió quedar cerrado desde que Jorge Zermeño agarró chamba en la PGR y desapareció de la grilla local. Esto demuestra que el fondo del problema fue la incapacidad del PAN para asear su elección de candidatos, pues si lo hubieran hecho no estarían corriendo para frenar esta campaña que, por lo demás, le vino a poner mucha diversión a la recta final.
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En esto de las sorpresas de cierre de campaña, también en Gómez Palacio se cuecen habas y así quedó demostrado cuando el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado (Sideapa) “descubrió” una toma clandestina de agua en un negocio propiedad del candidato del PAN a la alcaldía, Augusto Ávalos. A menos de una semana de la elección, los antiguos subordinados del hoy suspirante del PRI, José Miguel Campillo, hicieron todo un borlote mediático para clausurar la toma encontrada en el parque industrial gomezpalatino. Lo curioso fue que, en un principio, los del Sideapa buscaron encubrir la autoría del golpe al anunciarlo en un comunicado sin membrete ni firma y fue hasta que se buscó confirmación directa que el director del organismo, Guillermo Morales, tuvo que dar la cara. Don Augusto respondió afirmando que se trata de una toma clausurada hace años y hasta acusó a los del Sideapa de ignorar la instalación. Llama la atención que los técnicos de repente descubrieran la tubería irregular, pero ya se sabe que en tiempos electorales los organismos operadores de agua son una eficiente herramienta política. Lo mismo ocurrió en Torreón con los rumores de que la campaña del PAN había buscado al gerente técnico del Simas, Raymundo Rodríguez, para provocar desabasto en varias colonias y enfurecer a votantes tradicionalmente priistas. Es notorio cómo los administradores de los sistemas de agua, que son ineficientes la mayor parte del tiempo, resultan muy chambeadores cuando hay elecciones.
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La mudanza del mando de la XI Región Militar de Torreón a Chihuahua se mantiene como “secreto de Estado” en los altos mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional, pero nuestros subagentes han confirmado que el cambio es inminente. Se dice que el jefazo de la Sedena, general Salvador Cienfuegos, no ha notificado de manera oficial al gober Rubén Moreira sobre el traslado ni la nueva estructura militar que quedaría instalada en La Laguna para tareas de combate al crimen organizado, pero esto no significa que don Rubén no esté enterado. De hecho, en el Palacio Rosa ya preparan la reacción a lo que sin duda sería un duro golpe político para el gober Moreira en La Laguna, pues lleva meses ponderando como excelente el apoyo de los mandos militares y la coordinación con el Ejército como para que ahora le salgan con que van a descobijar a la Comarca. Al menos don Rubén agradecería que el anuncio no se hizo antes de las elecciones, porque en ese caso el golpe habría sido más duro. La incógnita sobre los planes de la Sedena también echan dudas sobre la promesas de campaña del candidato del PAN a la alcaldía, Jesús de León, de poner a la Marina a cargo de la Policía municipal. Dicen los subagentes que don Chuy ni siquiera ha “rebotado” esto con los mandos de la Armada y que la idea se la fusiló a la hoy alcaldesa panista de Monterrey, Margarita Arellanes, quien además de entregarle su ciudad a Jesucristo le entregó su Policía a los almirantes. Sin embargo, la Marina ve en la Sultana del Norte un valor estratégico que no ha visto en la Comarca Lagunera, a juzgar por la poca presencia que han tenido y queda claro que sus planes son otros. De hecho se comenta que, aún si el mando de la Región Militar sale de Torreón, el Ejército tiene planeado conservar a uno de los suyos al frente de la Policía y que ese proyecto lo manejaría el general Moisés García Ochoa desde Chihuahua.
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Tal parece que la consigna del PRI en Coahuila desde la llegada del exgober Humberto Moreira ha sido aplicar la vieja máxima del “divide y vencerás” mediante la alimentación de la “chiquillada” para colocar membretes partidistas al servicio de la causa electoral del momento, engordándolos con jugoso financiamiento del que no dan cuenta. Allá en el lejano 2005 cuando el profe Moreira llegó a la gubernatura había solo un partido local en el Estado, la Unión Democrática Coahuilense, negocio particular de la familia del extinto líder Evaristo Pérez “Charriola” que continúa su hijo Lenin, pero ahora como comparsa del PAN. En tiempos del profe Humberto se alentó la división de la UDC para que el cacique matamorense Jesús Contreras Pacheco se agarrara del presupuesto con el Partido Primero Coahuila. El membrete sirvió para hacer alianzas que le diera al PRI una mayoría aplastante en el Congreso y mandar por esa vía a connotados cuadros tricolores como el curuleco Francisco Dávila. Ahora el membrete está a punto de desaparecer porque don Jesús tuvo la ocurrencia de darle patadas al pesebre, no sin antes abultar la chequera con prerrogativas que ya se clavaron. En el sexenio pasado también se impulsó el Partido Social Demócrata que ahora sirvió para infiltrar la campaña de Raúl Sifuentes. Ya en tiempos del gober Rubén Moreira, el tricolor le da oxígeno a otros partidos como el Joven, que quién sabe de dónde salió, o el de la Revolución Coahuilense, creado para darle cobijo a Abundio Ramírez tras su rompimiento con el PRD. Pasando la elección seguramente algunos membretes van a desaparecer, otros habrán agotado su vida útil, pero lo seguro es que la danza de siglas no se va a detener.
