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Verdades y Rumores

EL AGENTE 007

Al terminar las campañas por la alcaldía de Torreón, nuestros subagentes notaron que hubo un elemento ausente en la propaganda del priista Miguel Ángel Riquelme y el panista Jesús de León. Al final, la guerra de acusaciones, trapos sucios y expedientes judiciales que se anticipaba desde principios de año no se dio con la intensidad esperada. Dicen las malas lenguas que por debajo de la mesa hubo un pacto de no agresión entre el gober Rubén Moreira y el curuleco, exprimer compadre y jefazo panista, Guillermo Anaya. El acuerdo habría evitado que don Chuy incluyera en su discurso menciones al gobierno del Estado, no sólo el actual sino también al anterior, especialmente el escándalo de la megadeuda que dejó el profe Humberto Moreira.

A cambio, el PRI sufriría un repentino caso de amnesia sobre la campaña desatada hace unos meses que ligaba a don Memo con una banda de secuestradores y evitaría sacar otras lindezas del expediente que le tenían preparado. El incentivo de ambas partes habría sido puro instinto de supervivencia política. Para don Memo una guerra de lodo habría repercutido negativamente en su imagen política, cuya precaria salud se reveló cuando le dieron tremenda rechifla durante un debate en la Ibero, lo que provocó que fuera “guardado” en los actos de campaña siguientes. Del otro lado de la mesa, para el gober Moreira una guerra de lodo con el PAN habría significado que los azules lo tomaran como “pato de feria” para tirarle en el seno del Pacto por México, y como el presidente Enrique Peña Nieto andaba muy preocupado porque la primera elección de su sexenio no le empañara su acuerdo político “estrella”, no había que dar motivos para una confrontación. Dicen los subagentes que este acuerdo también influyó para que, en la recta final de la campaña, desde el Palacio Rosa se “conminara” al Instituto Electoral a tener una sesión de emergencia (y en un sacrosanto domingo de descanso) para que ordenaran el retiro de espectaculares que promovían el voto a favor de Jorge Zermeño, luego de que el PAN se quejó y propaló la versión de que el PRI estaba detrás. Por lo mismo, el secretario de Gobierno, Armando Luna, mandó a policías estatales a quitar las mantas antes de que el alcalde Eduardo Olmos se diera por notificado. De esta forma, PRI y PAN lograron terminar las campañas en relativa paz, aunque Torreón fue colocado por los azules en la lista de objetivos prioritarios para hacer borlote postelectoral. Prueba de ello sería que la dirigencia panista mandará este domingo a uno de sus cuadros más pesados, el senador Roberto Gil, exsecretario particular de Felipe Calderón, para que reporte incidencias de la jornada electoral. El temor dentro del PRI es que los panistas lleven el caso Torreón al Pacto por México si la elección es cerrada para usarlo como ficha de negociación con el “preciso” Peña Nieto, de modo que los tricolores deben ganar por una ventaja holgada para desinflar esta posibilidad. ¿Alguien huele una “concertacesión”?

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Por cierto, la polémica por los espectaculares que promueven el voto a favor del exalcalde Jorge Zermeño no sólo vino a ponerle sabor a la recta final de la campaña sino que también anticipa que las broncas internas del PAN no se han terminado. Aunque don Jorge ya agotó las formas de deslindarse de sus “promotores”, al terminar el proceso puede usarlo como evidencia de que el blanquiazul habría cometido un error al no postularlo, sobre todo si los votos nulos que contengan su nombre le cuesten al conteo del suspirante Jesús de León. Nuestros subagentes dicen que en la última encuesta levantada por Miguel Ángel Riquelme el nombre de don Jorge empezó a aparecer entre las preferencias y que el exalcalde trae entre uno y dos puntos porcentuales, lo cual le restaría oxígeno a la campaña de don Chuy. Este escenario podría reeditar los conflictos internos dentro del PAN, pues los mismos cuadros del partido están resignados a pelearse eternamente. Los subagentes cuentan que el gober Rubén Moreira coincidió el otro día con el exdirigente municipal del PAN, y “santón” del panismo local, Ramón María Nava, en una reunión de colonos de Torreón Jardín y aunque el encuentro fue a propósito de otra cosa, el intercambio fue revelador. El gober Moreira prometió asistir a una nueva reunión con los colonos, pero don Ramón expresó dudas sobre la formalidad del compromiso. “Ni que fuera del PAN”, le respondió don Rubén, picado. La respuesta del exlíder panista fue lapidaria: “No, gobernador, si fuera del PAN ya nos estaríamos peleando”. Ya cuando los mismos panistas piensan que no tienen remedio, las cosas andan mal.

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Nuestros subagentes disfrazados de matracas en las campañas reportan que se han intensificado los movimientos en el PRI y PAN para sacar a la gente a votar este domingo. Del lado tricolor se ha notado una fuerte afluencia de camionetas en las calles de Torreón repletas de colchones y tanques de gas. No eran vehículos que llevarían ayuda a los habitantes de Piedras Negras azotados por las lluvias, sino que repartirían los enseres en varios sectores para amarrar el voto del PRI. La campaña de Miguel Ángel Riquelme también atendió otros frentes, como el universitario, al apadrinar a una generación de 400 graduados de la UTT, pues se dice que el tricolor les pagó la fiesta, amenizada por la Sonora Dinamita, a cambio de que se “mocharan” con sus credenciales de elector para tenerlos debidamente registrados. Del lado del PAN han comenzado a circular reportes de que los operadores azules distribuyen en varias colonias sobres con boletas simuladas para instruir a la gente cómo votar por Jesús de León y de pasada para que se familiaricen con Sor Juana Inés de la Cruz, pero no por medio de sus poemas sino con un billete de 200 pesos. Pero dicen las malas lenguas que los panistas tuvieron un repentino problema de liquidez porque la Policía Federal detuvo el otro día una camioneta que llevaba más de 400 mil pesillos en efectivo y luego resultó que el vehículo estaba a nombre del senador Luis Fernando Salazar, quien tuvo que moverse furiosamente para echarle tierra al asunto. ¿Será?

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El secretario de Fomento Económico de Coahuila, José Antonio Gutiérrez, andaba muy contento colgándose la medalla por el anuncio de la empresa japonesa Toyota Boshoku para instalar una fábrica de asientos de automóviles en Torreón que crearía más de 600 empleos. Don Antonio puso la noticia como evidencia de que el turismo de funcionarios por el Lejano Oriente ha rendido frutos, pero nuestros subagentes de ojos rasgados comentan que la realidad es muy distinta. Infiltrados en los asientos, reportan que la decisión de la empresa, que ya tiene una fábrica en Francisco I. Madero, obedece a necesidades internas y no a la seducción del gobierno estatal. De hecho, los ejecutivos de Toyota Boshoku en Japón están muy enojados con las autoridades locales porque no han esclarecido el secuestro de dos ejecutivos de la planta de Madero ni han tomado medidas para frenar los constantes asaltos que sufren en esa fábrica. Sin embargo, la empresa recientemente obtuvo un importante contrato para surtir de asientos a una armadora automotriz y vieron que su planta de Madero resultaría insuficiente para la nueva demanda. Por razones de logística decidieron instalar otra fábrica en Torreón para exportar su producción desde un solo punto. O sea que la noticia, positiva sin duda, tiene sus matices cuando se trata de presumirla.

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