Siguen los ecos de la elección de presidentes municipales en Coahuila y ahora que el flamante alcalde electo, Miguel Ángel Riquelme, ya tiene el papelito de su constancia de mayoría en la mano, comenzarán los saldos de beneficiados y damnificados por la jornada del domingo. La lista de los primeros la encabeza el propio don Miguel, no sólo porque sacó con las uñas la elección sino también porque, ante la derrota del PRI en Saltillo y Monclova, se coloca como el operador "estrella" del gober Rubén Moreira. Otro suertudo es el alcalde Eduardo Olmos, quien finalmente soltó el cuerpo luego de ver cerca la posibilidad de perder el municipio, y ahora se perfila para una diputación local el año que entra y, posiblemente la chamba de pastor del rebaño priista en la próxima Legislatura. Otro que también se puede considera suertudo es el jefazo del PRI municipal, Francisco Dávila, que aseguró su permanencia entre los cuadros consentidos, aún cuando había dudas de que el "percherón" tricolor no iba a sacar la elección. Pero aunque en el tricolor las caras son alegres, algunas sonrisas podrían borrarse pronto. Entre los damnificados, hay algunos en el PRI que quisieran ver en esta categoría al profe Mario Cepeda, veterano líder de colonias sobre cuyos hombros estaba buena parte de la movilización electoral que no funcionó. El profe Mario recibió una buena cantidad de dinero para sacar votantes en las colonias que dice controlar, pero lo empezó a repartir hasta la víspera y en cantidades rasuradas, lo que provocó que perdiera las casillas a su cargo. Sin embargo, se ve difícil que se la vayan a cobrar, pues la cercanía del profe con don Miguel se hizo evidente cuando estuvo pegado al candidato durante el festejo el domingo. Los que están en la cuerda floja y todavía no saben si ganaron o perdieron son funcionarios de la actual administración, como el contralor Lauro Villarreal, el regidor “bebesaurio” José Ganem o los directores de Obras Públicas, Miguel Algara, y de Urbanismo, Arturo Lozano, que sueñan con hueso en la próxima administración pero andan nerviosos porque don Miguel declaró que si ya bailaron ahora deben sentarse. Como todavía faltan cinco meses para el cambio, se les recomienda que compren fuertes dotaciones de té de tila.
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Obviamente los principales damnificados son los panistas del grupo del curuleco y exprimer compadre, Guillermo Anaya, que se quedaron sin una nómina para controlar el partido. Los prospectos son oscuros para este grupo, pues algunos de plano no tienen a dónde irse, como es el caso del excandidato Jesús de León, cuya aspiración más próxima sería apuntarse a una diputación local el año que entra. A don Memo la diputación federal se le acaba en dos años y por primera vez en casi dos décadas está en riesgo de no tener una liana nueva. Fernando Gutiérrez deja su curul local el año que entra, sin otro puesto al que brincar. El único que tiene asegurado su futuro próximo es el senador Luis Fernando Salazar, cuyo hueso se termina hasta el 2018. Los que se salvan son cinco miembros de la planilla de don Chuy que entrarán como regidores plurinominales, de los cuales el más suertudo resultó ser el exdelegado de Agricultura, Ignacio Corona, a quien días antes de la elección el Tribunal Electoral restituyó en la planilla luego de que el grupo de don Memo lo intentó bajar. La posibilidad del desamparo explicaría por qué el PAN exigió el “voto por voto” y anunció impugnaciones en tribunales, aunque al final parece que la estrategia se va desinflar porque todos se irán de vacaciones.
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Los más de cinco meses que median entre la elección de alcalde y el cambio de gobierno municipal será el periodo más largo de transición que se ha vivido en Torreón, pero nuestros subagentes comentan que desde ahora el alcalde electo, Miguel Ángel Riquelme, empezó a “palomear” a posibles funcionarios. Cuentan que el puntero en la carrera por la tesorería es Enrique Mota, quien fue director de Ingresos en la administración de Salomón Juan Marcos y ahora está encargado de preparar la ley de ingresos y el presupuesto para el primer año de la nueva administración. Para el Simas, los subagentes reportan que se busca un perfil “ipeco” y que el candidato es el empresario Carlos Fernández, quien es presidente de Fomec, fue tesorero en Gómez Palacio durante tres administraciones y todavía trae el “gusanillo” de la política. El hecho de que ya se manejen nombres para estas dependencias sugiere que los temas prioritarios en la transición serán las maltrechas finanzas del Municipio y el desastre que es el sistema de agua. En cuanto a la seguridad, se comenta que el teniente Adelaido Flores podría seguir al frente de la Policía, aunque este tema deberá ser acordado con el Ejército, de preferencia antes de que el jefazo de la XI Región Militar, general Moisés García Ochoa, agarre maletas y se vaya a Chihuahua.
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Los saldos de las elecciones en Coahuila y Durango dejaron a los gobernadores Rubén Moreira y Jorge Herrera Caldera bajo distintos reflectores. Si bien la pérdida de Saltillo y Monclova fue un duro golpe para don Rubén, el hecho de que el PAN agarró importantes plazas bajó al gober de la lista de delincuentes electorales donde lo metieron las dirigencias del PAN y PRD desde antes de la campaña, lo cual significa que Coahuila no le va a dar problemas al presidente Enrique Peña Nieto en el Pacto por México. Durango es otro caso, porque la cerrada elección de Gómez Palacio “enchiló” sobremanera a los panistas, que ya preparan impugnaciones para buscar que se anule el triunfo del priista José Miguel Campillo. Prácticamente todos los argumentos que usará el PAN pasan por el gober Herrera, desde su activismo en Gómez durante la campaña hasta el presunto uso de policías estatales para intimidar votantes y supuestos “arreglos” con el Instituto Electoral para confundir a ciudadanos que no encontraron sus casillas. Por esto, don Jorge cayó en la augusta compañía de otros gobernadores como Javier Duarte (Javidú) en Veracruz y Roberto Borge (Betobó) en Quintana Roo, que también desplegaron sus artes para asegurarse carros completos.
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Nuestros subagentes en la Urbe de Adobe reportan nuevas hipótesis para explicar por qué el PRI perdió la capital. Las teorías apuntan a los principales responsables de la operación electoral, en concreto el jefazo del PRI estatal, David Aguillón; su secretario de Organización, Álvaro Moreira; el alcalde Jericó Abramo, y el fallido suspirante, Fernando de las Fuentes. En cuanto a los dos primeros, se dice que la clientela electoral del tricolor en Saltillo estaba muy deteriorada y había sido consentida sobremanera (mucho más que la de Torreón) durante los tiempos del gober Humberto Moreira, y cuando las arcas estatales se secaron no se pudo contener el enojo de líderes y operadores. Al parecer esto fue advertido desde hace meses pero nadie hizo caso, y las consecuencias ahí están. Don Jericó está en la mira porque se comenta que quiso hacerle una diablura al “Diablito” de las Fuentes y dos semanas antes de la elección la tesorería municipal empezó a mandar requerimientos de pago y hasta multas de mpuesto predial, lo que dio a muchos ciudadanos razones de más para odiar al gobierno. Los subagentes dicen que el alcalde sólo buscó acalambrar al candidato y hacerle sudar un eventual triunfo, pero a lo mejor se le pasó la mano. En cuando a don Fernando, algunos tricolores comentan a toro pasado que el alto nivel de conocimiento que tiene en la peronera capital luego de haber sido alcalde se confundió con aceptación para su candidatura, pues en realidad escondía un rechazo debido a que el “Diablito” había sido “chapulín” al brincar de puesto en puesto y que su papel como presidente del Congreso del Estado durante el escándalo de la deuda lo ponía bajo una luz negativa. Por cierto, las malas lenguas llamaron la atención sobre el hecho de que la PGR revivió el tema del “moreirazo” al anunciar el decomiso de cuentas bancarias al exzar financiero Javier Villarreal y sus secuaces, pero cuatro días después de la elección. Por algo será.
