La delegación de México en la sede de las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza, fue la más nutrida de todas las que han acudido al Examen Periódico Universal, que es el mecanismo usado para revisar la situación de los Derechos Humanos en los países miembros de la ONU. Y es que a la delegación mexicana sólo le faltó llevar a los auxiliares de oficina, pues acudieron en total ¡48 personas!, de las cuales 31 eran del gobierno federal, seis del Senado, cinco de la Cámara de Diputados, dos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y, por si fuera poco, tres del feudo coahuilense.
En los pasillos de la transnacional de la buena voluntad se dice que es muy raro que una delegación tan grande como la de México no pueda resolver si aceptan o no las recomendaciones de los estados miembros. En varios idiomas se escucha la misma pregunta: ¿para qué traen a tanta gente si no pueden responder? Además se dice que el ombudsman, Raúl Plascencia, no debió hacer ningún pronunciamiento. El único país donde se había tenido un ombudsman presente en el EPU era Venezuela y ahora México. Dicen que se trata de un manejo político del EPU, porque Plascencia quiere reelegirse, pero que le podría salir mal la jugada porque justo cuando iban saliendo del examen (a las 6 am, hora de tierras aztecas) los diplomáticos pudieron revisar sus teléfonos y notar que don Raúl acababa de hacer declaraciones en contra del fuero militar, con todo y cifras, mientras que frente a la ONU sólo se dedicó a echar flores al gobierno de México. Se supone que el ombudsman tiene tiempo de hablar, con un lugar específico y todo, pero en marzo, acompañando a las organizaciones de la sociedad civil, y no ahora que se presenta el EPU. Los cierto es que a México no le fue nada bien, aunque las autoridades quieran manejar lo contrario, puesto que se elevó el número de recomendaciones y sólo China alabó las prácticas mexicanas en Derechos Humanos, situación que causó gracia entre los organismos civiles, porque el gigante asiático está muy lejos de ser una autoridad moral en el tema.
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Ya que hablamos de presencia mexicana en las tierras de los Alpes, llamó mucho la atención la participación del alcalde de Torreón, Eduardo Olmos, quien junto al mandamás de Coahuila, Rubén Moreira, y el jefe de Comunicación Social, José Vega, formó parte del contingente de esta provincia interna en Ginebra. Al igual que el resto de la delegación mexicana, los tres se hospedaron en el hotel Intercontinental, uno de los más caros de la ciudad. La gran pregunta es: ¿en calidad de qué fue a la presentación del Examen Periódico Universal el todavía regente de esta vapuleada ciudad de la Comarca? Y es que mientras la Perla de La Laguna continúa siendo golpeada por el crimen organizado y la delincuencia común, que ha agarrado la “moda” de asaltar restaurantes en las últimas semanas, don Lalo se paseaba por el país de los chocolates y las millonarias cuentas bancarias. Se dice que el alcalde -avísele alguien que todavía lo es- fue como una especie de asistente o asesor de don Rubén, a quien le revisó los discursos y le auxilió en cuanto pudo a la hora de los contactos con delegaciones de otros países. Incluso don Lalo apareció en las fotos detrás del gobernador, cuando éste participaba en las mesas como coordinador de Derechos Humanos de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago). ¿Se estará preparando el jefazo Olmos (es un decir) para su nueva chamba una vez que, ahora sí oficialmente, deje la silla principal del ayuntamiento? Lo cierto es que, con esta forma de conducirse, muchos ciudadanos malpensados se han de preguntar ¿quién le paga el sueldo al alcalde de Torreón y para qué: los contribuyentes para que gobierne o el gobernador para que lo asista?
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Vaya sorpresa causó el desistimiento de la firma Gossler, la cual hace un mes se perfilaba como la empresa que iba a realizar la auditoría externa al caótico Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento de Torreón. Hay que recordar que los integrantes del Consejo hace más de un mes, el martes 17 de septiembre, para ser precisos, en sesión extraordinaria, acordaron contratar al despacho contable Gossler para que realizara este proceso. Pero a los consejeros del Simas “se les olvidó” que tenían que licitar el servicio de auditoría y que en un principio serían dos años, pero luego lo acortaron a sólo uno, por lo que la revisión cayó en el rango de licitación por invitación directa con tres cotizaciones como mínimo. Las otras firmas concursantes son Bernal y Asociados y Mireles y Asociados. Pero dicen los subagentes disfrazados de oficios traspapelados que existe la intención de meter al proceso de revisión, de alguna manera, al despacho de Javier Lechuga, quien es muy cercano al grupo que controla el estado, lo cual causaría un conflicto de intereses debido a las aspiraciones arriba mencionadas de don Javier. El cambio de jugada del Consejo en cuanto al tiempo de revisión y la intención de colocar a Lechuga en el campo de juego, parece haber disuadido a Gossler de continuar concursando. Ahora habrá qué esperar la nueva convocatoria, puesto que la actual se declaró desierta. Pero, como ya se había dicho, parece que esta revisión está más planchada que los trajes del tesorero Pablo Chávez con la intención de no causarle problemas al próximo capataz, perdón alcalde, de Torreón.
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Y ya que estamos en los terrenos pantanosos del Simas, las cosas van de mal en peor en la paramunicipal. Cuentan nuestros subagentes vestidos de cajas registradoras que no solamente no hay carpetas, cajas, hojas de máquina ni el material administrativo necesario para realizar el proceso entrega-recepción, sino que, incluso, así como están las cosas, la empresa entregará a las autoridades entrantes cajas totalmente vacías de la información. Dicen que esto pudiera ser también una estrategia para que sigan guardadas cientos de “cosillas” comprometedoras de la actual administración y que no dejarían muy bien parado a uno de los que aspiran a volver al puesto de contralor del organismo, el polémico Mario Cepeda Villarreal, de quien, por cierto, no se sabe qué está haciendo en la dirección de Desarrollo Social ahora que se conoció que los programas sociales 2013 llegaron sólo al 50 por ciento de su ejecución y fueron suspendidos. Por si fuera poco, en cuatro quincenas que le restan a la actual administración municipal, supuestamente se dará de baja a un 25 por ciento de los empleados por honorarios del Simas. Nuestros subagentes vestidos de medidor de plástico, comentan que se vive un clima de intranquilidad en el sistema de aguas, luego del rumor insistente que a partir de la próxima quincena empezarán a darse bajas sigilosas en la nómina. Empezarán por los que cobran y no van (aviadores) y entre los que se encuentran familiares, amigos e infinidad de compromisos de la administración de don Lalo Olmos. Dicen que el ejecutor de estas instrucciones será quien ocupará el octavo piso de la nueva Presidencia municipal, el actual contralor Xavier Herrera Arroyo. Las apuestas corren a ver si pueden cortar el gran tumor que le representa al Simas la fuerza aérea.
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Los que no dan una son los encargados de las dependencias culturales de los estados de Coahuila y Durango. De muy poco sirve que los gobiernos inviertan 50 millones de pesos -21 en Coahuila y 29 en Durango- en sus festivales culturales, si no se preocupan por comunicar bien y a tiempo sus actividades, o terminan por empalmarlas con otras. Nuestros subagentes que se hacen pasar por sillas vacías dicen que, por ejemplo en Coahuila, a la Secretaría de Cultura, que encabeza Sofía García, “se le olvidó” mandar a tiempo las películas del Docs Fest 2013 que programó en el Museo Arocena y el Teatro Isauro Martínez, en donde, para colmo, ni sabían que era sede del festival de documentales. Pero no es todo. También olvidaron enviar los ejemplares del libro El gato y otros cuentos, de Rafael Acosta, obra que tuvo que ser presentada, vaya absurdo, sin los ejemplares. Lo que sí llegó a la delegación regional de la secretaría fueron las cajas de programas del festival Julio Torri, aunque a unos días de que concluyera el festival. A lo anterior hay que sumar los privilegios de los que gozan las capitales de los estados a la hora de armar los festivales y los constantes cambios en los horarios de las presentaciones. Con tanto desdén y olvido, los empleados de las delegaciones regionales de las dependencias de cultura se preguntan para quién trabajan si en Saltillo y Durango rara vez los pelan.