Conforme saltan los nombres de quienes integrarán el gabinete del próximo jefazo de Torreón, Miguel Riquelme, así también comienzan a surgir las dudas sobre la idoniedad de los ungidos. La semana pasada se dio a conocer que la taekwondín Alina Garza Herrera será la encargada de sustituir a Silvia Garza Villarreal al frente de la dependencia del deporte municipal. Y si bien la tarea que a doña Alina le tocará no será muy difícil que digamos, puesto que con cualquier cosa que haga superará a su antecesora que anduvo más en la grilla que en la chamba, las malas lenguas ya ponen en duda el nombramiento por varios asuntillos relacionados con la trayectoria de la futura zarina deportiva de Torreón.
Resulta que recientemente a la maestra de artes marciales le dieron las gracias como coordinadora deportiva de un reconocido instituto tecnológico privado de la Comarca, ya que “no tuvo mucha mano izquierda’’ al verse involucrada en una serie de entuertos. Por ejemplo, comentan nuestros subagentes disfrazados de aguadores que tuvo a “bien” contratar a un exjugador profesional para dirigir al equipo de futbol soccer femenil, que la tradición competitiva de dicha institución siempre había sido exitoso y, ¡oh, cielos! no logró calificar al campeonato nacional. El detalle es que el equipo perdió la eliminatoria sin siquiera jugar, es decir, por default, pues al desdichado entrenador se le olvidó llevar las credenciales el día del partido. Vaya oso. En otra ocasión, doña Alina anunció la presencia de Leonardo Cuéllar, técnico de la Selección Nacional Femenil de Futbol, para impartir una clínica a equipos y entrenadores de La Laguna, los cuales acudieron prestos a la cita, pero el señor Cuéllar nunca llegó. Después de varias horas de espera, una de las impacientes jugadores logró establecer contacto con la auxiliar de la próxima directora del deporte, quien les informó, muy quitada de la pena, que la clínica se había cancelado desde un día antes, ¡qué gentilieza! Por si fuera poco, todavía se oyen los ecos de la desbandada de escuelas de Tae Kwon Do regional de la asociación lagunera de ese deporte, que preside doña Alina, por pleitos, perdón, diferencias de puntos de vista. ¿Le habrán informado al próximo mandamás torreonense de la magnífica habilidad diplomática y técnica de su futura colaboradora?
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Y en el tema de la seguridad, luego del anuncio con bombo y platillo que hicieron las próximas y ansiosas autoridades municipales sobre la creación de un grupo táctico de reacción tipo SWAT, como el de las películas de Hollywood, que se equipará con equipo balístico y toda la cosa, los maledicientes que nunca faltan en toda transición se preguntan ¿y el helicóptero, ‘apá? Y es que ya nadie se acuerda de la traída, llevada y escondida aeronave, de la inversión que implicó -nada más 27 millones de pesillos- y de todas las expectativas de que con el aparatejo se iba a combatir el crimen de forma más eficiente gracias a tareas de inteligencia (¿por qué se ríe?). Pues es fecha que se desconoce su paradero, el costo de mantenimiento y los supuestos logros. Mientras tanto, ya se anuncia el cuerpo policiaco de élite y una nueva estrategia de prevención y combate del delito que, esperemos, no termine volando con rumbo desconocido, tal y como ocurrió con el mentado helicóptero.
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¿Se acuerda del nuevo edificio del Servicio Médico Forense de Torreón? Sí, ese que tanta falta hace para sacar a la morgue del Hospital Universitario y evitar que los difuntos se amontonen en el piso a falta de gavetas suficientes. Pues resulta que luego del aviso de que la obra negra ya estaba concluida, nadie sabe y nadie supo qué ha pasado con el equipamiento, paso previo necesario para que se realice la tan esperada y anunciada entrega. Pero eso no es lo más importante. Nuestros subagentes disfrazados de “máistros” nos informan que el edificio, ubicado en las instalaciones del Instituto Superior de Estudios de Seguridad Pública, en el ejido San Miguel de la vecina capital ladrillera de Matamoros, que a los “arquitectos” o medias cucharas, más bien, se les olvidó la oficina para el médico forense que, ¡oh sorpresa!, es la figura principal de todo Servicio Médico Forense. Eso sí, el inmueble tiene su consultorio para el psicólogo, el área para la trabajadora social y demás, pero ni un rinconcito para el legista. En fin, de esas cosas lindas que ocurren en este hermoso país de folletín.
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Y ya que estamos con los asuntos de seguridad, se tuvo conocimiento que en la más reciente reunión de la famosa Operación Laguna, encabezada ya por el flamante comandante de la XI Región Militar, Cuauhtémoc Antúnez, se acordó que los elementos de la Dirección de Seguridad Pública Municipal de Torreón, que comanda el teniente Adelaido Flores, ya no patrullen las calles encapuchados, como lo venían haciendo. Esta medida, dicen, es para que los muchachos de don Adelaido tengan una mayor “proximidad social” (así le dicen) y generen más confianza entre la ciudadanía. Lo cierto es que, aunque el argumento de andar con la cara tapada fue el de la protección de la identidad frente a los malosos del hampa, los agentes comenzaron a usar esta estrategia de pretexto para hacer travesuras y abusar de los incautos sin la posibilidad de ser identificados. A ver si ahora con la nueva medida se acaba con tanta extorsión.
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Quien parece que ya se decidió a no tener laguneros en las primeras filas de su gabinete es el virrey, perdón gobernador, de Durango, Jorge Herrera Caldera. El último funcionario originario de la tierra del lonche y la gordita era el empresario Christian Tohmé, quien hasta la semana pasada se encontraba al frente de la Secretaría de Turismo. Don Christian fue amablemente invitado a dejar el cargo luego de un desempeño desigual como encargado de atraer visitantes al Chiapas del Norte. Dicen los que saben que en la oficina del ahora exsecretario había desorden y un exceso de burocratismo (qué raro, ¿en Durango? ¿Y sería su culpa?), y además como que al novel exsecretario Tohmé no le gustaba mucho eso de las cámaras y los micrófonos, algo que desentona con el cargo político que ocupaba, que requiere cierta gracia y don de gentes para convencer al mundo que visite la tierra de los alacranes (los de ocho patas, no piense mal usted). Pero antes de él ya estuvo otro lagunero, Juan Ávalos, quien a fines de 2012 dejó la chamba en pos de una curul en el Congreso local, por lo que de la política de turismo pasó al turismo de la política. Lo cierto es que la secretaría que ha sido la raquítica cuota de La Laguna en el gabinete de don Jorge, nomás no crece y sólo da la nota. Por eso, el gober prefirió olvidarse de los laguneros y apostarle a gente cercana, incondicional, para hacerse cargo de ese changarro y nombró a José Ángel Reinosa, que se desempeñaba como su secretario particular cuasi confidente. Pero las lenguas viperinas ya lanzaron su veneno en forma de pregunta: ¿qué experiencia tiene don José Ángel en turismo, más allá de las giras a las que ha acompañado a su patrón?