El jefazo coahuilense, Rubén Moreira, se llevó a los miembros de su corte, perdón gabinete, al centro turístico de Monterreal, en la hermosa Sierra de Arteaga, para sostener con ellos una reunión en medio de un ambiente natural y aire fresco, alejados de bullicio de la Urbe de Adobe. Los funcionarios iban muy contentos esperando pasar un rato agradable en ese rincón tan confortable del estado, donde los temas de la deuda y la inseguridad no se oyen. Pero sus expectativas quedaron muy lejos de cumplirse. Subagentes disfrazados de caballos informan que don Rubén les puso una regañada marca Mefistófeles a sus subordinados y hasta algunos de ellos ya se andaban arrepintiendo de haber asistido.
La encerrona duró todo un día y el reclamo principal del furibundo mandatario fue que la mayoría de sus secretarios no ha cumplido con el objetivo de trabajar (lo dijo en serio) “cercanos a la gente”. Algunos malpensados creen que no es que al gober le interese en realidad que sus funcionarios anden de la mano con la ciudadanía, sino que ve con harta preocupación cómo se acerca ya la fecha de las elecciones para renovar al Congreso de Coahuila el próximo año, y su gabinete parece que anda en Babilonia. Dicen que los únicos que se salvaron del regaño fueron Rigo Fuentes, secretario de desarrollo clientelar, perdón, social; Chema Fraustro, jefazo de Educación, y Armando Luna, secretario de Gobierno. Pero, claro, estos dos últimos suenan, con timbal y matraca, como virtuales candidatos a una hamaca, disculpe, curul en el Palacio Legislativo. Por lo que además de aparentar que obedecen en todo a su patrón, trabajan para llevar agüita a su molino.
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Para cerrar con broche de oro el gobierno de Eduardo Olmos, tremendo lío que armaron ayer en el edificio municipal del Centro Histórico los trabajadores del ayuntamiento de La Perla de La Laguna. Y no era para menos, ya que la siempre polémica Tesorería Municipal les retrasó la entrega de su aguinaldo, su quincena, prima vacacional y regalo de Santaclós. El enojo llevó a los trabajadores a bloquear calles, a tomar la sede de la Presidencia Municipal y dejar encerrados a ciudadanos que sólo iban a cumplir con su responsabilidad de depositar su dinero en las agujereadas arcas municipales. El asunto es que todo ese mitote pudo haberse evitado muy fácilmente si el audaz director jurídico, Claudio González Barroso, hubiera hecho su chamba. Resulta que, según nuestros subagentes disfrazados de cajas registradoras descompuestas, el ayuntamiento fue notificado desde el martes pasado de los juicios ganados por exempleados municipales, pero no se tomaron las medidas preventivas correspondientes (qué raro, ¿en esta administración?). El descuido de don Claudio, que quizá ya se siente de vacaciones, repercutió en el embargo de una cuenta de la Tesorería donde estaban bien guardaditos los dineros para pagarles a los trabajadores. Pese a la gravedad del asunto y las presiones de los encanijados empleados, ningún funcionario municipal se dignó a mostrar su linda cara (¡que alguien les avise que este gobierno acaba el 31 de diciembre!). Por cierto, para dar una idea de las astucias mañosas del director jurídico, nuestros subagentes dicen que él mismo asesoró a su cónyuge Bertha Dolores Castro Cota, jefaza de Recursos Humanos del sistema municipal de aguas y primaza del alcalde, para que demandara a la Tesorería y se sumara a las decenas de ciudadanos que pidieron la devolución del controvertido Impuesto Sobre Adquisición de Inmuebles. Además, González se autoindemnizó cuando dejó de ser jefe del Consejo Promotor de Reservas Territoriales, donde los maledicentes murmuran que hizo infinidad de “travesurillas”. ¡Qué chulada!
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Y quien parece que va a seguir haciendo diabluras hasta el último día de la administración municipal, es el tesorero municipal, Pablo Chávez, alias “El Catrín”. Y es que aún no sale de una cuando ya está metido en otra. Esta semana su patrón, el jefazo de la urbe progresista de Torreón, Eduardo Olmos, le perdonó el traspapele de los avances de gestión financiera y sólo lo mandó cinco días de vacaciones, perdón, de suspensión sin goce de sueldo. Don Pablo dejará de percibir ocho mil pesotes por este asueto obligatorio. Y aunque esa cantidad apenas es un pellizquito de pulguita a los emolumentos que recibe al mes el celoso y polémico guardián de las arcas municipales, unos 48 mil pesillos, cuentan que anda como desesperado tratando de recuperarlos. Nuestros subagentes disfrazados de árboles secos nos informan que fue visto recientemente haciendo gala de su aterciopelado poder y dulce prepotencia en un restaurante ubicado en calzada Colón y avenida Ocampo. Resulta que don Pablo llegó en su camionetota al citado restaurante y se estacionó en línea y no en batería como todos los conductores que acuden a ese lugar. Los encargados del establecimiento le pidieron amablemente al tesorero que colocara su carruaje como los demás para que dejara más espacio, pero la simple sugerencia molestó al dueño, perdón, responsable de las maltrechas finanzas municipales y no sólo desoyó la recomendación, sino que ya sentado en la mesa y degustando unos chilaquiles llamó a los agentes de Tránsito Municipal para que multaran a todos los que no estaban estacionados como él (¡faltaba más!). Además de este desplante, que no es nuevo, lo que extraña a los subagentes es que don Pablo dura horas en el restaurante, del cual es asiduo, por lo que se preguntan entre sí desconcertados ¿a qué hora trabaja el señor? Tal vez por eso luego no entrega a tiempo los informes financieros y cuando lo “castigan”, anda buscando la manera de desquitarse.
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El que anda haciendo corajes en pleno mes navideño es el jefazo de Seguridad Pública, el teniente Adelaido Flores. Y es que esta semana la delegación de la Procuraduría de Justicia de Coahuila dio a conocer que las denuncias por el delito de asalto a transeúnte en Torreón se han disparado de forma alarmante en comparación con otros meses del año. Según los datos de la delegación, cada día acuden siete desafortunadas personas en promedio para presentar denuncia por ese tipo de atraco, esperando (ilusos) que se haga justicia. Lo curioso de la estadística es que los números de la Procuraduría son mucho más altos que los reportes de la Dirección de Seguridad Pública Municipal, que comanda don Adelaido, cuando todos sabemos que los reportes de la Policía Municipal siempre suman más casos que las denuncias en la Procu, debido a la desconfianza generalizada en esta institución que desincentiva a las víctimas a hacerla de cuento (qué raro, si son bien eficientes nuestras autoridades ministeriales). Esta situación deja ver que, o alguna las dos corporaciones está reprobada en matemáticas, o que de plano no existe coordinación… o las dos cosas juntas. Lo cierto es que el don Adelaido, maldiciendo a diestra y siniestra, anotó este problemita en su libretita de apuntes para sacarlo en la próxima reunión de la famosa Operación Laguna, en donde se espera que salten chispas por este penoso incidente. El objetivo, dicen, es evitar que se siga filtrando información que afecte la imagen de sus muchachos, sobre todo ahora que viene el cambio de administración. ¿Será que ya siente pasos en la azotea?
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Los que ahora sí se volaron la barda fueron los regidores de la pujante ciudad de Gómez Palacio. Resulta que los flamantes ediles quieren aparentar que traen muchas ganas de trabajar y hace varios días tuvieron la brillante idea de crear una comisión de Turismo (no se ría, es en serio), la cual estará presidida por Francisco de Santiago. El objetivo de dicha comisión, según los propios integrantes del Cabildo, es hacer un inventario de los lugares turísticos que tiene el municipio (como si fueran tantos) y definir cuáles pueden ser promovidos sin necesidad de gastar un solo centavo, y cuáles requieren de inversión. El inventario incluye también sitios que puedan servir como escenarios de películas (del género Western será). Lo curioso es que a los intrépidos regidores no se les ha ocurrido revisar el organigrama del gobierno del jefazo Pepe Campillo, en donde no existe dirección de Turismo, vamos, ni siquiera un departamento u oficina que pueda llevar a cabo los planes que los regidores pretenden impulsar. ¿O acaso están pensando ellos en abrogarse facultades que no tienen para convertir la comisión en una dependencia de la administración de don Pepe? Por otra parte, parece que los representantes del pueblo gomezpalatino (es un decir) no se dan cuenta que antes de andar promoviendo a la ciudad para películas de acción y como paradisíaco destino de turismo extremo, hace falta mucho trabajar en los servicios públicos y en la seguridad, ya que, hay que recordar, la vecina Gómez Palacio ni Policía tiene. O sea que, como en la escuelita, primero va la A, y luego la B.