EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Viajar

ADELA CELORIO

Viajar es marcharse de casa/ es dejar a los amigos/ es intentar volar./ Volar conociendo otras ramas/ recorriendo caminos/ es intentar cambiar/ Dentro de un rato volaré y en unas cuantas horas habré recorrido la distancia que me separa de Nueva York. De lo que no estoy segura es que el viaje me cambie. Sería magnífico volver al menos un poco mejor de lo que me voy, pero pues, dicen que genio y figura… Además, ahora no hay tiempo para que se dé algún cambio. Los viajes ya no son como antes, con largos preparativos, equipaje pesado y despedidas lacrimosas. Uno se iba por varios meses, por años, y en ocasiones para no volver nunca. Ahora se viaja rápido, y el equipaje es ligero. Tres camisetas y unos jeans hasta que se caigan de viejos. Todo en una pequeña maleta con rueditas que son para mí un descubrimiento mucho más útil que el bolsón de Higgs. Está claro que con estas velocidades no hay tiempo ni intención de rompimiento. Los artilugios modernos nos permiten permanecer antes, durante y después en contacto con nuestro mundo. No hay tiempo para la introyección. Sólo estar, sólo cambiar de lugar pero nada de ser y aprender otros modos aunque sólo fuera por aquello de que -a donde fueres haz lo que vieres. Nuestra odisea consiste en emprender el camino más rápido y estimulante; aunque con frecuencia resulte agotador y penoso. Como pueden observar, hoy no soy la campeona del optimismo. Últimamente me he sentido ansiosa, enojada e insoportable. Desarmonizada como me encuentro, en los últimos días he chocado cuatro veces, de tal manera que mi Querubín decidió que le sale más barato mandarme de viaje. (Dios bendiga su paciencia, si yo fuera él, hace ya tiempo me hubiera dejado) Esta vez voy en busca del buen humor perdido. De quitarme una jeta que está a punto de solidificarse; y de volver a reírme para corresponder a la sonrisa cómplice y dispuesta de mi amiga MO; con quien comparto este viaje. Como he descubierto que uno nunca sabe cuándo las cosas nos suceden por última vez, tengo el propósito de perderme sin miedo por las calles de aquella ciudad que es tan intensa como esta capital, aunque algo menos caótica. Todavía se puede tirar baba en las calles y recorrer los vericuetos de Central Park con una cierta seguridad. Como el neoyorkino siempre lleva prisa, la posibilidad de un sí o un no es inexistente. Allá puro ¡qué te importa! Y eso es bueno porque me dejará tiempo para hacer un viaje al interior de mí misma. Necesito alejarme de la casa para entender y ordenar la madeja de emociones y sentimientos que traigo revueltos. Necesito contemplar mi vida desde el pasto de enfrente para que vuelva a parecerme apetitosa. "Viajar es vestirse de loco/ es decir no me importa-/ es querer regresar./ Regresar valorando lo poco/ saboreando una copa/ es desear empezar./ Es por todo eso tan lindo que dice García Márquez; que me voy. El problema es que me voy con culpa porque así soy yo. Con culpa porque aunque tengo una semana de repetirle al Querubín que me voy, tengo la impresión de que no me ha oído. Bastantes preocupaciones tiene en estos días con los contratiempos del equipo mexicano de futbol, como perder el tiempo en escucharme. Tal vez para cuando se entere de que me fui, yo ya regresé. Hace ya mucho tiempo descubrí que ella es mucho más importante que yo, pero de cualquier modo me voy con la culpa de dejarlo a solas con su tele. Sabrá Dios lo que harán cuando yo no estoy aquí. Me voy como siempre, acompañada de mis monstruos, porque aunque no tienen boleto se acomodan junto a mí para recriminarme: Este no era el mejor momento para dejar a tu marido solo, además, vendrán los niños a pedir dulces en Halloween y nadie les abrirá la puerta. Se olvidarán de regar las orquídeas que tanto trabajo te ha costado hacer florecer, y nadie se acordará de llevar a la Chona (la muy perrona) al doctor para que le vea las pequeñas heridas que tiene en el cuello. Pensamientos equivocados que me inculcaron desde niña… Yo pecador, me confieso… Viajar es volverse mundano./ Es conocer otra gente/ es volver a empezar/ Empezar extendiendo la mano/ aprendiendo a ser fuerte/ es sentir soledad./ Sí, soledad en una ciudad que es un cable pelado. Una caja de resonancia de todos los ruidos posibles: patrullas, bomberos, pantallas, taxistas que centran muy bien al peatón antes de acelerar. Pero bueno, no me hagan mucho caso, es la crisis que me ataca siempre antes de salir de viaje porque: Viajar es marcharse de casa/ es vestirse de loco/ diciendo todo y nada con una postal./ Es dormir en otra cama/ sentir que el tiempo es corto./ Viajar es regresar.

adelace2@prodigy.net.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 929650

elsiglo.mx