Este pasado 16 de mayo Jorge Carrillo Olea, general en retiro, fundador del Cisen, subsecretario de Gobernación de 1982 a 1988 y gobernador de Morelos de 1994 a 1998, fue citado a declarar ante la PGR. ¿Tema? El homicidio del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo del cual hoy se cumplen 20 años.
¿Qué tiene que ver Carrillo Olea, quien a sus 75 años vive modestamente en una pequeña casa del sur de Cuernavaca, con el homicidio del cardenal el 24 de mayo de 1993? El vínculo es un testigo "protegido" de nombre Marco Enrique Torres García, quien declaró en Chicago en 1999 haber asistido a unas reuniones con militares y exmilitares presididas por Carrillo Olea en su despacho como gobernador de Morelos y en las que éste, supuestamente, ordenó el asesinato del cardenal Posadas Ocampo.
Torres García no se había enterado que Carrillo Olea fue electo gobernador de Morelos el 21 de marzo de 1994 y asumió el poder el 18 de mayo del mismo año, mientras que Posadas Ocampo fue asesinado el 24 de mayo de 1993, por lo que habría necesitado una máquina del tiempo para ordenar el homicidio desde la oficina de gobernador. Muchas otras mentiras se encontraron en las declaraciones de Torres García. Sus historias eran producto de una mente muy fantasiosa y del incentivo perverso de pagar a los testigos para mentir.
A 20 años de distancia del homicidio del cardenal, a algún funcionario de la PGR se le ocurrió que Carrillo Olea tenía que presentarse a declarar nuevamente. Las preguntas fueron desconcertantes o alucinantes: ¿Conoce usted a Anabel Hernández? En caso afirmativo, ¿por qué? ¿Ya leyó su libro Los señores del narco? ¿A qué distancia iba sentado 'el Chapo' del jefe de la Policía Militar, coronel Álvarez Nahara, durante el vuelo Tapachula-Toluca?
De hecho, al inicio del gobierno de Vicente Fox el caso del cardenal Posadas Ocampo fue sacado de la reserva por razones políticas. Muchos panistas católicos, convencidos de las teorías de la conspiración del cardenal Juan Sandoval Íñiguez, exigían la reapertura del caso. El entonces procurador Rafael Macedo de la Concha le dio a José Antonio Ortega Sánchez, un abogado que representaba los intereses de la viuda del chofer del cardenal, la ilegal posición de "coadyuvante" del ministerio público. Este abogado ha sostenido de manera sistemática la teoría de la conspiración.
Las declaraciones de los testigos y las pruebas periciales señalan de manera contundente que el cardenal Posadas Ocampo fue muerto en una balacera entre dos grupos criminales rivales en el estacionamiento del aeropuerto internacional de Guadalajara. Todos los procuradores y subprocuradores que han estudiado el caso han llegado a la misma conclusión.
Luis Reynoso, el ya fallecido obispo de Cuernavaca, abogado en derecho canónico, que estudió el caso en representación de la Conferencia Episcopal, señaló con valor, a pesar de la presión de algunos de sus correligionarios, que la tesis del complot sólo podría habérsele ocurrido a "un escritor de ciencia-ficción".
El caso del cardenal Posadas Ocampo permanece abierto a 20 años de distancia sólo por consideraciones políticas. Nadie se atreve a reconocer lo que establece el expediente. De igual manera permanecen abiertos los casos de los homicidios de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu. No es que no tengamos la suficiente información para cerrarlos todos. Lo que no hay es el valor político de reconocer la verdad.
ABUSOS DEL PODER
El exministro de la Corte Genaro Góngora utilizó sus influencias para encarcelar a la madre de sus hijos diagnosticados con autismo. El diputado capitalino del PRD Arturo Santana Alfaro utilizó las suyas para encarcelar a su esposa, Teresa Serrato Alvarado, y dejar desamparadas a sus hijas. No sorprende que el poder enloquezca. Lo inaceptable es que el sistema de justicia se preste a estos abusos de los poderosos.
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