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Vista hacia el mundo

JÓVENES COLUMNISTAS

ALAN DAVID BARRAZA

Durante esta vigente y aún incipiente administración federal en nuestro país, se ha hablado de diversos y abundantes temas, todos siguiendo la línea de su agenda legislativa, pero no se le da suficiente atención un ámbito que a mi entender es sobradamente relevante. Por ejemplo, no se han escuchado declaraciones sobre que la actual cabeza de la política exterior es un economista de corte tecnócrata, José Antonio Meade Kuribeña, con una trayectoria como director del IPAB (Instituto de Protección al Ahorro Bancario), director general de Banrural o subsecretario de la Secretaría de Hacienda. ¿Está en aptitudes de formar parte del gabinete como guía de la política internacional de México?, como gran contraste su predecesora Patricia Espinosa tenía estudios no más que en relaciones y trato diplomáticos, así como derecho internacional y consular.

Un tratadista de política exterior llamado Antonio Dueñas Pulido, dice que el objetivo de la política exterior en México desde 1855 con el primer ministro del exterior, es decir Melchor Ocampo, ha sido fortalecer la soberanía e intereses nacionales de desarrollo socioeconómico y educativo cultural. Todo ha tenido que ver con la imagen de este Estado-Nación frente a la aceptación de las potencias para afianzar su posición buscando el mejoramiento, lo que quiere decir que hemos actuado como comparsas o secuaces de los ponderados, jamás como protagónicos, pero siempre ocupando un lugar.

Desde los acuerdos de Yalta y Postdam (tras la Segunda Guerra Mundial), México estableció su tendencia y posición en el marco global a partir de estos instrumentos, es decir, ser apoyo máximo en América Latina del bloque neoliberal encabezado por los Estados Unidos, la bipolaridad y posterior omnipotencialidad posguerra fría que siempre ha buscado ese país. Teniendo como perro fiel a nuestro país para concretarlo, por lo que como primer respecto histórico y noticioso, debemos necesariamente considerar casi en su totalidad al vecino incómodo como factor determinante en la política extranjera de nuestro país; si bien es evidente que la suya se centra en Oriente Medio y Asia Central por la importancia geopolítica y económica de esos territorios -debido al establecimiento de bloques- Estados Unidos sabe que debe competir con esas potencias en aras de su imperialismo, vía de conseguirlo es afianzar su posición en el hemisferio occidental, es decir América Latina.

De 1936 a la fecha México ha signado 582 tratados bilaterales con otros estados o con organismos internacionales, de los cuales al inicio casi en su totalidad se elaboraron con Estados Unidos y posteriormente ha tenido injerencia constante en el sentido así como en el propósito de los mismos. Se puede mencionar para revestir estas aseveraciones, sólo como ejemplos al Plan de la Agenda Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Sudamericana, a la Iniciativa Mesoamericana que también es conocida como Iniciativa Mérida, así como al multiconocido Tratado de Libre Comercio para América del Norte, sólo por mencionar algunos que evidencian claramente el valor soberano que mostramos frente la potencia americana; aunado a ello, tenemos la alteración de la postura mexicana, que siempre había tenido en cuanto a defender la no-intervención y defender las normas de derecho internacional, esto porque el Gobierno mexicano guardó silencio respecto a la invasión a Irak en 2003 y no sólo eso, sino la felicitación de Fox a Bush tras la captura de Saddam Hussein, demostraron absoluta sumisión a niveles incalculables entre Washington y su país clientelar.

La crítica resulta en qué postura debe asumir nuestro país en su estrategia internacional, ¿seguir en la dependencia y el yugo?, misma que ahora se torna mayormente injustificada ya que en el plano global no es ya tan clara la supremacía norteamericana, -al menos en el plano económico no así el militar- debido al ascenso de la economía china; sólo hay otra opción, la colaboración internacional en otros bloques del mundo como la propia China. Deben los actores políticos recordar la tradición que México otrora sembró en el mundo diplomático, con doctrinas como la Carranza y la Estrada en donde se planteaban directrices desde nuestro país en aras del respeto a los principios fundamentales de la organización jurídica de las naciones y de la salvaguarda nacionales.

China es la respuesta que México requiere a la problemática creciente, desde el tratado de Amistad, comercio y navegación entre estas naciones en 1899, la relación entre estos países ha tenido claroscuros y ahora deviene en una alternativa significativa dada la situación en la que se encuentran. Veamos si no obstante la inexperiencia de Meade puede legitimar su posición con este resquicio, ya que la reciente visita del mandatario chino Xi Jinping mereció la siguiente declaración: "Abre un camino sólido de cooperación entre los dos países y facilita que el diálogo entre los jefes de Estado lleve la relación a los niveles que debe tener", el tramo entre discurso y hecho aún debe transitarse.

Quisiera aprovechar este medio para felicitar a mi generación de la Licenciatura en Derecho que mañana termina tras cinco años sus estudios superiores: Laura Sánchez, Missael Aguayo, Ingrid Esparza, Zulma Veliz, Edson Marrufo y Lucio Valenzuela. El futuro de la justicia de este país queda en ellos, enhorabuena compañeros.

@alanbarrasa

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